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Actualizado: 20 de junio de 2025
Cuando acerqué mi silla a la cama de mi hermana para comenzar mis funciones de enfermera, la encontré dormida; pero ese no era el sueño que fortifica y prepara la convalecencia; era un sueño que pesaba sobre ella como una pesadilla y le cerraba por fuerza los párpados.
»Me acerqué a ella, me senté a sus pies como siempre, y mientras acariciaba sus demacradas manos entre las mías, prosiguió: » Aún no estoy bastante fuerte para soportar las fatigas del viaje, pero papá asegura que dentro de quince días podré ponerme en camino sin ningún inconveniente.
¡Oh! ¿Qué significa esto ahora? murmuró el intendente descontento . Al fin y al cabo yo no le puedo impedir a la señora de Bruinsteen que se acerque a su hija. Marta le tomó las manos y le dijo con extremada suavidad, mirándolo con aire de cariño: Mathys, buen Mathys, todo lo podéis obtener de la condesa. Dadme una nueva prueba de vuestro afecto.
=Como no tenía otra cosa que hacer=, as I had nothing else to do. =Me acerqué cuanto pude=, I approached as near as I could. =No tardó en romperlo la primera=, it was not long before the first one broke it. =Algún día os habías de encontrar=, some day you were to meet. =Que debías decírselo todo=, that you ought to have told her everything. =Debes decírselo=, lit., you ought to tell it to her.
¿Por qué lado voy? Por el que te dé la gana. Entonces voy por el de tu corazón y me quedo en él de huésped. En mi corazón no caben tíos fanfarrias... Acabo de salir de un fachendón y ¿quieres que dé en otro? Te arrepentirás de haberme insultado sin motivo. Me acerqué á María para preguntarle solamente por su sobrinito que está enfermo... Ya sabes cuánto he querido yo siempre á ese niño...
Siempre se cree que es de mal tono no invitar al brillante desconocido, que ha aparecido una noche en la platea del Colón, o un domingo en el bosque de Palermo. Me acerqué a Blanca; la cumplimenté; me tendió la mano sonriendo, y me dijo: Seremos grandes amigos... Soy su tía... agregó con una sonrisa. Lo seremos le contesté con afecto.
No pasa un día sin que alguna persona se acerque al general Mendieta y le haga saber que partidas de miles de hombres alzados se encuentran rodeando su finca y que han amenazado quemarla; otros que han visto 500 hombres armados hasta los dientes, que se encontraban esperando el paso de un tren, y cuando se ordena la salida de un escuadrón para el lugar en que se ha dicho que estaba la tal partida, resulta que no se ha visto á nadie y que todo se encuentra en absoluta tranquilidad.
¿No te conmueve mi propio peligro? Como continuase muda, acerqué mi rostro al suyo, que procuraba ocultar a mis miradas y vi que tenía los ojos llenos de lágrimas. ¿Lloras porque corro peligro? Te portas ahora como solías ser antes, pero no como el Rey... como el Rey que yo había aprendido a amar. Lancé un gemido y la estreché sobre mi corazón.
Al principio creí que aquella circunspección procedía de considerarse ya demasiado formales para corretear, y me pareció cómica; pero observando mejor, me convencí de que algo serio pasaba entre ellas, y como no tenía otra cosa que hacer, cambié de silla disimuladamente y me acerqué cuanto pude a fin de averiguarlo.
Me acerqué a contemplar el caserío: la fachada que miraba al mar era toda negra; la otra tenía un jardín abandonado, con dos cipreses secos, y luego una huerta, que se continuaba con un prado. Entré en la casa y llamé. Esperé algún tiempo, y un hombre que trabajaba en la huerta me dijo que el capitán, así llamaba sin duda al amo, no estaba en casa. Había ido a Elguea con su hija.
Palabra del Dia
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