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Actualizado: 18 de julio de 2025


La escasez, con sus angustias, le agriaba el carácter. El señor Vicente, tal vez por esto, parecía rehuir su trato. Entraba y salía sin verle, sin hablarle. Ya no se acercaba a Feli con su bondad misteriosa para dejar dinero encima de los corsés. En cambio, una tarde que ella estaba sola, llegaron el Indio converso y aquel cura viejo, vagabundo como el señor Vicente.

Más es; aun creyéndolo, jamás lo hubiera comprendido; como no lo comprenden muchos, que ni viven tan retiradas, ni son tan estrictas como lo era la duquesa. Si se le hubiera dicho que había apologistas del divorcio, y hasta detractores de la santa institución del matrimonio, habría creído estar soñando, o que se acercaba el fin del mundo.

Cuando D. Francisco, transido de dolor, se acercaba á la abertura de las entornadas batientes de la puerta y echaba hacia adentro una mirada tímida, creía escuchar, con la respiración premiosa del niño, algo como el chirrido de su carne tostándose en el fuego de la calentura.

Pero Gloria no tardó en llegar, las mejillas inflamadas, los ojos enrojecidos y brillantes. No me miró al entrar. Comprendí que sin mirarme me veía, y esperé. A la mesa, a la mesa dijo Isabel. Vi que el malagueño se acercaba a Gloria y le decía algunas palabras, y vi que ella hacía una mueca de indiferencia y le volvía la espalda. ¡Qué criatura tan inteligente!

Yo me acercaba a todos los grupos a oler aquel guisado... ¡jum!, malo, malo; el ministerio Palanca se iba cociendo, se iba cociendo... A todas esas... ¡figúrate si estarían ciegos aquellos hombres!... a todas estas, fuera de las Cortes se estaba preparando la máquina para echarles la zancadilla.

Por ejemplo, la hermana sentía una pasión decidida por los niños. Apenas veía uno en brazos de la niñera, ya le brillaban los ojos, mirábalo con atención insistente, sonreía a la portadora y no paraba hasta que se acercaba a él, lo acariciaba y le hacía bailar sobre sus brazos.

Dados sus celos rabiosos por aquel chico que tantos disgustos le habían costado, no podía menos de producirle un efecto desagradable. Entonces le pesó fuertemente de haberlo recibido. Pasó toda la tarde preocupada. A medida que el tiempo transcurría y se acercaba la hora en que Tristán solía regresar a casa su inquietud fue en aumento.

Otras, venciendo con su pensamiento, toda repugnancia, de igual manera se acercaba al lecho de muerte, que servía las más débiles necesidades del enfermo, descollando siempre por el vigor de su fe, por la energía de su carácter, y por su gran fuerza de voluntad.

En lugar de tratar de calmar sus temores, los alentaba con esta idea supersticiosa e inherente a cada uno de nosotros de que cuando más se espera el mal resueltamente, menos probable es que suceda; así fue que cuando oyó que se acercaba un caballo al trote y vio que un sombrero sobrepasaba la cerca más allá del codo del sendero, le pareció que su conjuro había tenido éxito.

En una de las calles céntricas se puso al fin a cantar el primer pedazo de ópera que acudió a sus labios: la voz salía débil y enronquecida de la garganta; nadie se acercaba a él ni siquiera por curiosidad. «Vamos a otra partese dijo, y bajó por la Carrera de San Jerónimo, caminando torpemente sobre la nieve, cubierto ya de un blanco cendal y con los pies chapoteando agua.

Palabra del Dia

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