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Actualizado: 25 de octubre de 2025
Las personas atrasadas no saben cómo debe educarse una joven moderna. Es la ignorancia, el fanatismo de la gente que habla español...» Y Nélida, que a su vez se acuerda de que tiene un padre, le acaricia las melenas con manoseos de gata amorosa y suspira agradecida: «Papá... papá...». La familia más interesante de todo el buque. Y aún falta el otro, el «guardia de corps».
Ligera pausa. Verdú mueve su cabeza suavemente para sacudir el dolor. Don Víctor se acaricia sus patillas blancas. Azorín mira a lo lejos, en el huerto, cómo giran y tornan las mariposas, sobre el follaje, bajo el cielo diáfano. Y Verdú añade: No, no, Azorín; todo no es perecedero, todo no muere... ¡El espíritu es inmortal! ¡El espíritu es indestructible!
¡En cuanto a eso estoy conforme! díjele interrumpiéndola, sólo son agradables los bailarines de carne y hueso, sobre todo, si tienen bigotes: bigotes rubios, por ejemplo. Un bigotito que os acaricia la mejilla al bailar ¡ah! de veras, es deli... En esto me dormí, y no desperté hasta las tres de la tarde. Así que estuve vestida, me mandó llamar el señor de Pavol.
Recuerdo muy bien que nuestro amigo está enamorado de la hija del doctor Avrigny y acaricia respecto a ella proyectos matrimoniales. ¡Ah, sí! ¡Yo también me acuerdo ahora! Sí; pero te olvidas de que aquella misma noche la novia se puso enferma. Pero aquella indisposición sería pasajera y no habrá sido nada... No, señores contestó Amaury. ¿Ya está buena? Ha muerto. ¿Cuándo? Hace una hora.
Extendió luego la mano sobre su cabeza abatida y se puso a acariciarle, muy suavemente, como se acaricia a una criatura que llora. Le rozó con los dedos la frente, los párpados cerrados, parecía a punto de acercarle los labios. Pero hacía todo con actitud tan espontánea, tan natural, que Charito no se sorprendió. Y el sentimiento de Lucía no era sólo de lástima.
Los pajarillos hacen sus nidos en los árboles; el mar azul acaricia dulcemente la arena de la orilla; el sol generoso deposita sus bienhechores rayos sobre mis pobres manos pálidas y enflaquecidas; siento circular en mis pulmones un aire dulce y penetrante como su voz de usted, mi buena mamá.
Ningún ser es bastante bajo para no merecer amor y hasta respeto. ¿Quién tiene razón, el espartano de la antigüedad que arrojaba á una sima los recién nacidos defectuosos, ó la madre que, aunque sea llorando, amamanta y acaricia al hijo idiota y deforme?
Sin verlo como nosotros, no dejan de notar que ese calor, esa gloria luminosa les viene de afuera, de un gran centro poderoso y suave. Y los pobres aman ese otro Yo, ese gran Yo que les acaricia, les ilumina de gozo, inúndales de vida. No cabe duda que si pudieran se ostentarían á la luz de sus rayos.
En las ancas del caballo Cada cual lleva su bella, El que ufano con su carga Bate el suelo con sobérbia, Mientras que el viento levanta La nevada pañoleta, Que acaricia las mejillas Del ginete á quien estrecha Tal vez por no resbalar... Quizá de puro coqueta.
La patria amada, la nefanda guerra, la dulce libertad, la ciencia ignota, de Dios el pensamiento sacrosanto, del despotismo inícuo la derrota, la virtud, el valor, la santa idea de ley y de justicia, el arte, hijo de Dios, ¿son ménos grandes que los sueños que el jóven acaricia? Horas de duda, aborrecidas horas, apartaos de mí, que ya no os temo sino en recuerdo, como á mal pasado.
Palabra del Dia
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