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Actualizado: 25 de julio de 2025
Y el agua de la fuente cae con un manso susurro interminable... El cielo se nubla; relampaguea; caen sonoros goterones sobre la parra. Y un chubasco se deshace en hilos brilladores entre los pámpanos. Verdú mira el sol que de nuevo ha vuelto a surgir tras la borrasca. Don Víctor, en un rincón, siempre inmóvil, siempre triste, muy triste, se acaricia en silencio sus blancas patillas ralas.
A su hospitalidad acudían lo mismo por blanco pan el miserable que el alma desolada por el bálsamo de la palabra que acaricia. Su corazón reflejaba, como sensible placa sonora, el ritmo de los otros. Su palacio era la casa del pueblo. Todo era libertad y animación dentro de este augusto recinto, cuya entrada nunca hubo guardas que vedasen.
El Consejo Ejecutivo le regaló una máquina rodante que tiene la forma de un águila con una lira en las garras, pero ella ha guardado este tributo de la gratitud nacional, y prefiere seguir yendo á todas partes, como otras señoras viejas de su época, en un carrito ligero tirado por tres hombres que están á su servicio, y á los que acaricia frecuentemente con el látigo.... ¿Qué piensa usted, gentleman?
¡Pobre doña Pepa!... Ferragut sintió deseos de reír y de llorar al recibir un beso de su boca arrugada, cuyo vello se había convertido en púas. Fué un beso de beldad vieja que se recuerda al contacto de un buen mozo; un beso de mujer infecunda que acaricia al hijo que pudo tener. ¡El infeliz Carmelo!... Ya no escribe; ya no lee... ¡Ay! ¿qué será de mí?...
En cuanto á Andrés, á juzgar por su resuelto continente y por su sonrisa desdeñosa, puede asegurarse que acaricia la ilusión de construir por su cuenta, á su vuelta de América, un barrio tan elegante y monumental como el que va recorriendo. Tres días hace que llegaron del pueblo.
Aunque la madre amaba á su hija con la intensidad de un afecto único, había tratado de conformarse con la idea de que no podía esperar en cambio sino muy poco: un cariño pasajero, vago, con arranques de pasión, petulante en sus mejores horas, que nos hiela con más frecuencia que nos acaricia, que se muestra besando las mejillas con dudosa ternura, ó jugando con el pelo, ó de otro modo semejante, para desvanecerse el instante inmediato y continuar con sus juegos de costumbre.
Guardaba y acariciaba el secreto de su amor naciente, como un avaro guarda y acaricia las primeras monedas de su tesoro... El día en que viera claro en su corazón, el día en que estuviera segura de amarlo, ¡ah! ¡entonces le hablaría a Zuzie, y sería feliz contándoselo todo!... Madama Scott acabó por atribuirse el honor de la melancolía de Juan, que de día en día tomaba un carácter más marcado.
En medio del agua transparente, no siempre se sabe distinguir la columna líquida del manantial que brota, pero se revela por las ondulaciones de las hierbas que acaricia su onda ascendente, por las burbujas que salen de la arena y vienen á deshacerse al contacto del aire, y por el silencioso hervor que se produce en la superficie del agua y se propaga alejándose en rizos ondulados que disminuyen gradualmente.
Es una fiesta, un día de escuela, un encuentro, un juguete, un cariño recibido y devuelto, el protagonista de ese inolvidable poema de la memoria; la palabra no lo anima jamás, no se comunica a nadie, porque es tal vez trivial cuando adquiere formas externas; se acaricia la reminiscencia a solas, íntimamente, y ella vuelve y retorna siempre a la mente, porque es como el cimiento de las memorias, el sedimento que han dejado las primeras impresiones de la vida en el espíritu del hombre.
Vino el sueño, y vino dulce y halagador, como un amigo cariñoso que acude a nuestro llamado para darnos consuelo, para reanimar el abatido corazón; como una hermana compasiva que se acerca a nuestro lecho, acaricia nuestra frente, entorna nuestros ojos, y nos invita a reposar porque sabe que padecemos y necesitamos descanso. Al día siguiente, después del desayuno, dije a mis tías lo que pasaba.
Palabra del Dia
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