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Actualizado: 25 de junio de 2025
Como si no supiéramos distinguir el bien del mal, vienen ellos á predicarnos que son males los bienes de la tierra, que miente y nos engaña el que nos prometió el placer en este mundo y la felicidad en el otro . ¡Perezcan esos dementes, acabemos con todos ellos, estíngase en el Andalús la abominable peste de la Palestina!
Por demás lo sabe usted, fiscal: porque no sirvo yo para esas cosas... vamos, que me pego a la pared lo mismo que un animalejo. Pamemas. Diga usted que le gusta lo cómodo, y acabemos... Que es la pura verdad, hombre: que soy así. Para lo que le conviene. ¡Lo mismo que Dios está en los cielos!
Joven... acabemos. ¿Y si yo le ordeno que no vuelva más á esa casa?... ¿Y si le exijo que...? No pudo terminar.
Paréceme que he penetrado la idea; y por lo mismo, quiero decir, por el alcance que tiene, me atrevo a recelar que es la señora marquesa la que no me ha comprendido a mí... No quise llegar tan allá... Pues como si hubiera querido, o para cuando llegue..., y sin llegar, valga lo dicho, téngalo en cuenta y acabemos.
Duraciones máxima y mínima del día y de la noche en diversas latitudes=. Acabemos este estudio de las variaciones que presentan las duraciones relativas de los días y de las noches, presentando en un cuadro las duraciones del día más largo y del más corto para cierto número de latitudes comprendidas entre los círculos polares: Duración Duración del día más largo del día más corto y de la mayor y de la noche Latitudes. noche. más pequeña.
El dolor los mantenía como alejados de sus cuerpos, sordos a sus sensaciones, insensibles a toda impresión externa. Avanzaban lentamente, por una calle inmediata al paseo, las rojas linternas de un coche de alquiler. Llámalo dijo ella con resolución, incorporándose . Acabemos pronto; esto no puede durar más tiempo... Mejor que nos separemos aquí.
Acabemos; todo esto es tan pesado y tan bajo, que usted me inspira repugnancia. ¡Hola! compadre del chaleco rojo; ¿tan pronto se olvida usted de los amigos? dijo el gitano al verdugo sin querer responder a las súplicas del reverendo. El verdugo acudió corriendo, con la cara risueña y bonachona.
Tengo ocho hijos dijo á la doctora, por parecerle la más digna de recibir sus confidencias . Si movilizan el ejército, se me irán seis. Y añadió con resignación: Así debe ser, para que acabemos de una vez con nuestro eterno enemigo el tedesco. Mis hijos pelearán contra él como peleó mi padre. La doctora se alejó con altivez.
Oyose entonces la voz de Magdalena, que decía, reprendiendo a la modista: ¡Por la Virgen Santísima! ¡Cuidado que está usted hoy torpe! ¡Vaya! ¡Deje usted que me ayude únicamente Antoñita y acabemos de una vez! Al cabo de un instante de silencio exclamó: ¿Pero qué haces, Antoñita? Y a esta exclamación siguió un ruido parecido al que se produce cuando se rasga una tela.
Pero qué, ¿no está? ¡Virgen Santa! Caballero... dígame usted... permitame.... Y olvidando que el tren andaba, iba a abrir la portezuela rápidamente, cuando el empleado la detuvo asiéndola del brazo con vigor. Eh, señora dijo en voz ruda , ¡pues no ve usted que se mata! No se puede salir ahora. ¿Está usted loca? Y acabemos, que yo necesito el billete.
Palabra del Dia
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