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Actualizado: 15 de junio de 2025
¿Cómo quiere usted que tome chocolate un hombre a quien le acaban de descerrajar un soneto a quema ropa? ¿Mariscal? El mismo. En el comedor y a traición. Mariscal era un joven poeta, empleado en el Ministerio de Ultramar, que hacía sonetos a la Virgen y odas a las duquesas. Pero ya me he vengado como un marroquí siguió.
Nuestra huida rectificó ella. Nuestra huida, perfectamente. Pero los hilos de nuestras vidas se acaban, se acaban si los seguimos devanando... ¡Y para qué morir tan jóvenes!... Además, antes de morir, yo quiero conocer a Tucker. Tú lo sabes. ¿Estás loco? prorrumpió Nanela. ¿Quién habla de morirse?
La noticia ha corrido por los bastidores, ha penetrado en el saloncillo de autores, ha llegado también á los «camerinos», donde las actrices acaban, entre risas, de alegrar con carmín la frescura bermeja de sus labios.
Y así es la música de sus dramas de historia, y de los de pelea, y de los de casamiento, mientras los actores gritan y andan delante de los músicos en el escenario, y los generales se echan por la tierra, para figurar que están muertos, o pasan la pierna derecha por sobre la espalda de una silla, para decir que van a montar a caballo, o entran por entre unas cortinas el novio y la princesa, para que se sepa que se acaban de casar.
Buckle coincide también en este pensamiento, como coincide con el P. Peñalosa, pero explicándolo todo a su manera. Según él, la causa principal de esto son los terremotos, frecuentísimos y terribles en España, los cuales nos traen siempre asustados y contritos, y no acaban de quitarnos el temor de Dios, con lo cual no es posible el progreso.
Estos comen bien, duermen todos en cuatro camas, representan de noche, y las fiestas de día; cenan las más veces ensalada, porque, como acaban tarde la comedia, hallan siempre la cena fría.
Sólo veo un medio de salir de mi apuro: referir aquí con brevedad y tino, si soy capaz de tanto, la discusión que acaban de tener en mi casa dos señores que han venido á visitarme, y por dicha se han hallado juntos en ella. Es el uno, D. Valentín León y Bravo, capitán de caballería retirado, y el otro, el hábil diplomático D. Prudencio Medrano y Cordero, retirado también, ó dígase jubilado.
Es que no tan sólo se pierde en general, sino que se pierde siempre, todas las veces exclama. La fila de D. Salustiano comprendía los seis números que van del 13 al 18, inclusive. Sale el 16, y D. Salustiano gana 500 pesetas. Yo voy a felicitarle, pero me contengo. El buen señor está desconcertado. Todos sus principios se acaban de caer a tierra.
Su idioma es enteramente distinto de las lenguas de Chiquitos en cuanto á la forma de las palabras, y aunque bastante duro, es agradable al oido: tiene muchas voces terminadas en vocal; el número de las que acaban en las solas consonantes n, m, p, t y j es reducido. El sonido gutural de la j española y el nasal de la u se encuentran á menudo.
Asaltadas por todas partes por los antiguos propietarios del terreno, acaban por abandonar el sitio que el derrumbamiento de su roca madre le había hecho conquistar violentamente. El botánico, que las estudia en su nuevo ambiente, las ve perecer poco á poco.
Palabra del Dia
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