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Actualizado: 15 de julio de 2025


Con el tiempo, las irregularidades de arriba y los conos de abajo, llegan á encontrarse; primero se convierten en pilares y luego acaban por convertirse en paredes que se extienden á lo largo de la galería, y la gruta así obstruida, se encuentra dividida en una serie de salas distintas.

En los días de trabajo vestían de percal, mantoncito de lana atado atrás y pañuelo de seda al cuello, dejando al descubierto, por supuesto, la cabeza. Nieves, por excepción, traía al diario mantón de la China negro con fleco. Acaban de ponerse al trabajo después de comer. El sol penetra por los dos balcones de la sala al través de los visillos.

Todos aquellos muchachos son pajes para señores, y aquellas muchachas, doncellas para señoras de media talla , que han menester el don para la autoridad de las casas que entran a servir , y agora les acaban de bautizar con el don.

No habla con ellas, ni puede hablar, porque una tabla les separa. Acaban de entrar en este momento. , vámonos repetí yo. Yo no me muevo de aquí, Paquito. Esto me gusta mucho. Ya han acabado de leer periódicos y papeles y vuelven los discursos... ¿Quién habla?

No se renuncia porque los pueblos en masa nos den la espalda a causa de que nuestras miserias y nuestras grandezas están demasiado lejos de su vista para que alcancen a conmoverlos. ¡No!; no se renuncia a un porvenir tan inmenso, a una misión tan elevada, por ese cúmulo de contradicciones y dificultades. ¡Las dificultades se vencen; las contradicciones se acaban a fuerza de contradecirlas!

Acaban de perdonarle la vida al gigante, y quieren que sea usted el encargado de todo lo referente á su enseñanza y su alimentación.

Entre danza y danza hacen juegos o entremeses, que en su idioma llaman menguas, todos de su invención, y algunos de ellos que parecen de bastante artificio y gracia a los principios, pero que no saben concluirlos con propiedad, los más los acaban a golpes y azotes, lo que celebran con mucha risa los circunstantes.

Empleada así hasta la última gota, la fuente no va á perderse en el arroyo y en el desierto: sus límites son los del oasis mismo; donde crecen los últimos arbustos, allí acaban las últimas arterias del agua, absorbida por las raíces para transformarla en savia. ¡Extraño contraste el de las cosas!

En ninguna parte parece llevar adelante con mayor lentitud la naturaleza su obra de perpetua renovación. Y, sin embargo, esas transformaciónillas de cada día, de cada minuto, acaban por producir cambios inmensos en el aspecto de la tierra, verdaderas revoluciones geológicas.

Para prueba de lo cual, daré el primer lugar á los Misioneros, que, como testigos de vista y de experiencia, no acaban de hablar de este particular.

Palabra del Dia

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