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Actualizado: 15 de julio de 2025
Desde entonces he tenido ocasión de ver, en otro clima distinto al de Francia, cómo disminuye la hostilidad repentinamente entre enemigos que acaban de despojarse de sus vestidos, con los cuales han adquirido la costumbre de verse y odiarse.
Me he puesto malo, señorita, pero ya estoy bien. ¡Qué has de estar bien, hombre, si me han dicho que te acaban de sangrar! ¿Cómo has hecho la atrocidad de bañarte por la noche? Te está bien empleado por majadero. ¿Crees que se puede jugar con la salud? Lo que no sucede en un año sucede en un día.
Dios nos libre de espectros como de bastardos... los unos y los otros acaban por pesar mucho... no pensemos en echar peso sobre nuestra conciencia. Pero... ¡no bebes, luz de mis ojos! No... me basta con la embriaguez de mi amor, ya que he perdido el corazón no quiero perder la cabeza. Resígnate á ser mío, y no esperes escapar por ningún medio; te tengo, y no te he de soltar tan pronto.
La fortuna es hembra, y él la domaría en fuerza de dinero, lo mismo que á las otras. Los ricos acaban por vencer al destino impalpable. Puso ante él una cantidad enorme para entablar la lucha, y la fortuna no quiso su dinero; antes bien, empezó á darle el suyo con una prodigalidad desdeñosa. El multimillonario deseó perder y no pudo.
El coro la rezó por lo bajo. Por todos los fallecidos del cabildo, Padre nuestro. Esta oración se rezó como la anterior. Para que Dios nuestro Señor tome en su miselicordia los santos ufragios que se acaban de hacer por el alma del defunto, que en paz descanse, un Credo. Y la reunión le rezó con el mayor recogimiento.
Era la lágrima que vierten los que acaban de morir; lágrima de protesta de la criatura contra el poder aciago que la ha sacado de la nada sin pedírselo. ¡Mire usted, padre, qué sosiego, qué quietud tan dulce respira su fisonomía! exclamó la buena señora, contemplando a su hermano con ojos de dolor y ternura. ¡Bien se conoce que al fin se ha reconciliado con Dios!
Las mujeres que han llegado a ser duchas en elegancias, acaban por ser sencillas; los escritores que han leído y escrito mucho, acaban también por ser naturales. Usted, Pepita, es sencilla y natural espontáneamente. No lo ha aprendido usted en ninguna parte: el pájaro tampoco ha aprendido a cantar.
Salió una mano por la reja, y tomó la bolsa. Ahora, ábreme dijo don Pedro. ¡Ah, no! ¡no, señor! exclamó vivamente Esperanza. ¡Ya, ya te entiendo! ¿Te parece poco el diamante y el bolso, ó temes que pueden ser falsos? No; no, señor, es que soy una doncella honrada. Oye, acaban de dar las ánimas; desde aquí á las doce de la noche van cuatro horas; ¿puedes tú bajar á las doce á esta reja?
No sé si me explico bien. Perfectamente. Sus cavilaciones no acaban nunca. Yo me asombro de oírle y del meollo y agudeza de sus discursos. Creo que su sabiduría está llena de mil errores por la falta de método y por el desconocimiento del mundo visible. No puede ser de otra manera.
Quiero que me deis algo bueno que almorzar, tengo mucha hambre y no puede esperar mi estómago á la mesa de mi hermano don Felipe; paréceme que esas empanadas que acaban de salir del horno, por lo que huelen, son de águilas; apropiadme una. Montiño puso por sí mismo una hermosa empanada en la escudilla del bufón.
Palabra del Dia
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