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Actualizado: 7 de junio de 2025
¿Cómo quiere usted que tome chocolate un hombre a quien le acaban de descerrajar un soneto a quema ropa? ¿Mariscal? El mismo. En el comedor y a traición. Mariscal era un joven poeta, empleado en el Ministerio de Ultramar, que hacía sonetos a la Virgen y odas a las duquesas. Pero ya me he vengado como un marroquí siguió.
Al llegarle el turno se colocó junto a Margalida, templó su instrumento y comenzó a entonar canciones de tierra firme aprendidas en el retiro de Niza. Pero antes había sacado de la faja una pistola de dos cañones, dejándola con las llaves montadas sobre uno de sus muslos, pronto a cogerla y descerrajar un tiro al primero que le interrumpiese. Silencio absoluto y miradas impasibles.
La dulzura de Germana, el encanto que ejercía sobre todos los que la rodeaban, lo bien que pagaba a los que la servían y la poca esperanza que se tenía de salvarla, inspiraron buenos sentimientos a aquel criado de contrabando. Sabía mucho mejor descerrajar una puerta que preparar un vaso de agua azucarada, pero se esforzó en no parecer un novicio y lo consiguió.
Don Juan sabía que gozar una mujer, en el más noble y lato sentido de la palabra, no es descerrajar una puerta. La violencia es el peor enemigo del amor.
Bajo la protuberancia de la «adquisividad» sólo pensaba en descerrajar puertas y llevarse montones de oro; bajo la de la «secretividad», falsificaba toda clase de documentos; en la caja de la «combatividad» asesinaba á un anciano; en cualquier otro rincón de la cabeza raptaba la mujer de un amigo, y qué sé yo cuántas infamias más. Todas las monstruosidades imaginables se fraguaban en ese cerebro.
Palabra del Dia
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