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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Mientras va el inspector general abstraído en tan hondas meditaciones, corre el tren a toda marcha y el aspecto del paisaje cambia otra vez. Deja la vía férrea el valle del Aube, sube raudo una pendiente y atraviesa luego una llanura pedregosa en que crece raquítico el centeno y en que de vez en cuando rompen la monotonía de la línea recta pequeños grupos de árboles desmedrados.
Ni él reparó en los clérigos, ni ellos se dieron cuenta de la presencia del labriego. Pasó un cuarto de hora abstraído el chico en sus cavilaciones, dormitando el guardián, y raspando borrones el que escribía, hasta que, tras ruido de puertas que se abrieron y cerraron, entró en la habitación el obispo.
La llama de la hoguera dábale un aspecto siniestro, así, con el chambergo ladeado, los ojos fulgurantes de odio, la navaja abierta en la mano, que blandía, como si quisiera despachurrar a alguien. Quilito no le hacía caso, abstraído.
El padre de Magdalena, sentado junto a la chimenea con la cabeza oculta entre las manos, estaba abstraído en tan hondas reflexiones que no lo oyó entrar ni notó su presencia cuando llegó adonde él estaba, hasta que Amaury, después de contemplarle un momento, le preguntó con acento de inquietud: ¿Qué ocurre? ¿Por qué me ha hecho usted llamar? ¿Ha recaído Magdalena?
Entre tanto el cocinero del rey murmuraba abstraído y pensativo: Es muy posible que sea verdad cuanto ese bribón me ha dicho; yo no me fío de ninguno; un negocio redondo por otra parte, mil quinientos doblones de ganancia, como quien dice, de una mano á otra; pero el asunto es demasiado grave, y la prudencia aconseja no meterse de frente en él... mi sobrino postizo es hombre, según dice mi hermano, capaz de meter un palmo de acero al más pintado, y don Rodrigo Calderón, está en el banquete del duque... después se encerrará en su despacho, y saldrá allá muy tarde por el postigo... ¡Ah, señor sobrino! os voy á procurar una buena ocasión... una ocasión que os hará hombre.
Se avivó la expresión de desconfianza en la cara de Muñoz. No, no importa, dijo apresuradamente Julio. Y hundiéndose en el sillón, continuó, como abstraído: Ninguna mujer como la porteña, suele tener el alma tan lejos de su apariencia, tan distraída de sus actitudes, de las palabras que dice, de su mismo carácter, tan recogida, por decirlo así, en una oscura vida interior.
Pero el oficial comía con frecuencia fuera de casa; entonces la mesa redonda languidecía, quedaba sumida en un letargo triste y silencioso; se oía el ruido de los platos y el de las mandíbulas; el mayor del Consejo de Estado era el encargado de animar la escena, y lo hacía llamando la atención del Marqués, que comía abstraído, y dándole siempre la misma broma: el diplomático había prestado cinco duros a un tunante llamado Laguna, que vivía del juego y la estafa, y como es natural, no había vuelto a echarle la vista encima.
De tal modo estaba abstraído, que no oyó el ruido de la puerta de su gabinete al abrirse, ni tampoco los pasos de una persona que avanzaba por él hasta llegar al mismo corredor. Buenas noches, señor excusador dijo una voz conocida. ¿Quién va?... ¡Ah!... ¿Es usted, señor juez? ¿Cómo no han encendido una luz? No hace falta. La noche está hermosa. Indudablemente, este corredor es una gran cosa.
Y tan abstraído estaba, que al volver á casa, al crepúsculo de la tarde, no se acordaba de que no había comido al mediodía, ni echó de ver que llevaba desgarrados los pantalones y sangrando una rodilla, caricias debidas á las espinas de los setos por los cuales tuvo que saltar. En ocupaciones análogas pasó los primeros días, cada vez más alegre, más satisfecho y más juguetón.
Hay instantes, horas, días enteros, en que uno está abstraído, a su pesar, por una imagen encantadora que le llama, que le persigue, que vanamente tratará de evitar, que encontrará en todas partes y cuya perfección ideal está compuesta por los rasgos de mil mujeres diferentes, o, todo lo más, por los de una mujer a la que no se ha visto jamás. ¿Cuántos años hace falta vivir, mi querido Eduardo, para no sentir semejantes quimeras?...
Palabra del Dia
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