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Actualizado: 16 de julio de 2025
Pero en el mismo instante, un mugido feroz distrajo la atención del toro y algo rojo pasó ante su vista como una llamarada de fuego. Era Gallardo, que se había echado abajo de la jaca, abandonando la garrocha para coger el chaquetón que llevaba en el borrén de la silla. ¡Eeeh!... ¡Entra!
Y, en seguida, abandonando todo fingimiento gritó: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Has permitido la espantosa desgracia! ¡La has dejado de tu mano! Y poco le faltó para dejar correr sus lágrimas; pero, reuniendo toda la energía que quedaba en su cuerpo gastado, se enderezó recto como una I: Venid al cuarto de Olga dijo, y no os asustéis, cualquiera que sea el estado en que la encontréis.
Dios se ha dormido, olvidando al mundo continuó el ruso . Tardará mucho en despertar, y mientras él duerme, los cuatro jinetes feudatarios de la Bestia correrán la tierra como únicos señores. Se exaltaba con sus palabras. Abandonando su asiento, iba de un lado á otro con grandes pasos. Le parecía débil su descripción de las cuatro calamidades vistas por el poeta sombrío.
¡Ah! exclamó el duque de Lerma, abandonando su sillón y yendo á abrazar á Santos ; sí, sí, tú eres mi amigo; tú eres la única persona leal con que cuento; ¡el capelo! ¡y no se me había ocurrido! ¡y sin embargo, tengo el alma llena de una inquietud vaga, del temor de verme envuelto en las traiciones infames, en los delitos de los que me rodean! ¡el capelo! ¡gracias, Pelegrín, gracias!
De la falange de los bohemios, que repito comprende la mayor parte de los escritores que han parecido de treinta o cuarenta años a esta parte, algunos, muy pocos por supuesto, han conseguido inmortalizarse con sus escritos; otros abandonando la literatura se han hecho personas formales y han entrado en la política o los negocios: éstos son los que mejor han librado; pero uno que otro, o más viciosos o más soberbios o menos aptos han persistido con extraña tenacidad en su vida aventurera y en sus costumbres abyectas que los han conducido rápidamente a un abismo de degradación.
Es probable que cuando las endebles canoas sean reemplazadas por barcos de vapor, se volverá á tomar el rio Grande, abandonando el Piray, ménos conviente para la navegacion de grandes embarcaciones.
Las hijas, una tras otra, fueron abandonando las familias que las habían recogido, trasladándose á Valencia para ganarse el pan como criadas; y la pobre vieja, cansada de molestar con sus enfermedades, marchó al Hospital, muriendo al poco tiempo.
No tenía, no podía tener lo que un amigo mío suele llamar «el sentido cómico de los acontecimientos». Y así a veces, ante cosas verdaderamente cómicas, su espíritu encontraba siempre un aspecto sobre el cual se podía discutir seriamente, abandonando la broma, como algo incompatible con su temperamento, y contemplando tan solo el lado serio y elevado a que la cosa misma pudiera prestarse.
No era por la carne. «El hambre no tiene ley, y la carne la ha hecho Dios para que la coman los hombres.» ¡Pero al menos que dejasen la piel!... Y comentaba tanta maldad repitiendo siempre: «Falta de religión y buenas costumbres.» Otras veces, los merodeadores se llevaban la carne de tres vacas, abandonando las pieles bien á la vista; y el estanciero decía sonriendo: «Así me gusta á mí la gente: honrada y que no haga mal.»
La abundancia de víveres que habia reinado hasta entónces, gracias á la buena pesca y á la caza, nos fué abandonando poco á poco; pues la selva iba siendo cada vez mas desierta, y por otra parte, la pólvora que yo llevaba alterada sin duda por la humedad, se habia puesto inservible; por manera que bien pronto la falta de caza nos redujo al pescado sin sal por todo alimento, y mas tarde á unas pocas espigas de maiz que nos proporcionaron los Yuracarees, y á los palmitos que pudieron derribar mis indios.
Palabra del Dia
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