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Actualizado: 11 de mayo de 2025
En esto del tamaño de un breviario Volando un libro por el aire vino, De prosa y verso que arrojó el contrario. De verso y prosa el puro desatino Nos dió á entender que de ARBOLANCHES eran Las Avidas pesadas de contino. Unas Rimas llegaron, que pudieran Desbaratar el esquadron christiano, Si acaso vez segunda se imprimieran.
Parecía confundida por los cuidados que le prodigaban; hablaba, con los ojos húmedos, de los seres queridos que iba a volver a ver, si Dios lo permitía... A la caída de una tarde serena se abrió ante nuestras miradas ávidas el bello cuadro de la Gironde, rodeado de encantos por las sensaciones de la llegada.
Fuera del jardín se notaba igualmente la misma ansiedad, que hacía á las gentes fraternales é igualitarias. Los vendedores de periódicos pasaban por el bulevar voceando las publicaciones de la tarde. Su carrera furiosa era cortada por las manos ávidas de los transeuntes, que se disputaban los papeles.
Maltrana levantó los hombros. ¿Para qué?... Habían salido a primera hora algunos vaporcitos llenos de pasajeros: familias mareadas aún por el balanceo de la noche y ávidas de asentar el pie en suelo firme; damas rubias que soñaban con excursiones al interior, olvidando que el buque sólo iba a detenerse el tiempo necesario hacer carbón: unas cuatro horas.
De las calles vecinas iban llegando recién peinadas y coquetas las señoritas deseosas de que el novio se hiciera el encontradizo, las niñas ávidas de jugar y las mamás cargadas de devocionarios sujetos con gomas encarnadas.
Gallardo, entre empellones de la ovación popular, teniendo que defenderse con los codos de las ávidas manos, llegó al estribo del carruaje, siendo ayudado en su ascensión por un entusiasmo que le acariciaba el dorso con violentos contactos. Buenas tardes, cabayeros dijo brevemente a los de su cuadrilla.
Mas cuando se las veía y oía de cerca, resultaban ser unas tiotas relajadas, comilonas, borrachas y ávidas de dinero, que desplumaban y resecaban al pobrecito que en sus garras caía. Contábale estas cosas el marqués de Casa-Muñoz que casi todos los veranos iba al extranjero. Las inquietudes de aquella incomparable señora acabaron con el regreso de Juanito. ¡Y quién lo diría!
Y esto en medio de un ambiente hostil, rodeados de ávidas bestias, grandes y pequeñas, que sentían la atracción de su rica carne, y sin otra defensa que el ocultamiento.
De otras barcas cargadas con pirámides de frutas partían al vuelo en ruda trayectoria naranjas y racimos de bananas hacia las manos ávidas de los emigrantes, que retornaban monedas envueltas en papeles. La nacionalidad del buque influía en las transacciones comerciales, y los mercaderes de acento andaluz lo vendían todo por marcos y por pfenings.
Las encontré en una carretada de cartas rotas, trajes viejos y retales que me llevé de su casa... Pensé un momento en devolverlas, pero me quedé con ellas, y no me arrepiento. Los herederos eran gente indigna. El joven apartó a un lado estos adornos ridículos, para revolver con ávidas manos el resto del montón. Fíjate en ese rosario dijo la vieja : todo de perlas finas. Era de una dama de palacio.
Palabra del Dia
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