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Actualizado: 4 de junio de 2025


Ya el prisionero se prepara para el suplicio, cuando oye un coro de ángeles que le anima, y poco después se presenta el difunto Lidoro, que le abre las puertas de la cárcel, y le anuncia que Dios le ha concedido la gracia de revestir de nuevo forma humana para proteger á su bienhechor y salvarlo del peligro.

Pero es el caso que una niña, muy guapa y muy devota a la vez, me ha pedido que ponga en letras de molde esta conseja, y ya ven ustedes que no hay forma de esquivar el compromiso. ¡Ay, que se quema! ¡Ay, que se abrasa el ánima que está en pena!

Marenval, en efecto, sería una buena presa; le exigirían un enorme rescate... Pero la idea del viaje ha sido repentina. Me parece que no pensaba usted en eso hace pocos días, cuando hablamos... La verdad es que Marenval me anima, dijo Tragomer con descuido. Por mi gusto hubiera descansado todo el invierno. Diga lo que quiera M. Harvey, la locomoción intensiva durante un año es muy fatigosa.

Tartamudo declaró su amor; y viéndole Almona inflamado, le pidió el perdon de Zadig. ¡Ay! respondió él, hermosa dama, con toda mi ánima se le concediera, mas para nada valdria mi indulgencia, porque es menester que firmen otros tres de mis colegas.

Recibían la limosna con altanería. El mendigo estaba ungido por las palabras del Rabí, y creían de buena fe que beneficiaban a sus donantes, pues así edificaban su ánima por la caridad. Les hacían la merced de dejarse dar limosna. Una tarde paseábase por las Platerías un hidalgüelo gabacho, cuando le asaltó un mendigo de nobles barbas blancas y aspecto distinguido.

Disponen de la voluntad que manda á la imaginación, y la imaginación es un pintor loco que anima con los colores de su paleta el lienzo gris de la realidad. Elena, al hablar así, había aproximado su rostro al de él. Sus ojos parecían querer penetrar en los ojos de Robledo.

Amigo, ¡oh!... Esa amistad, Cecilia, es una muralla de hielo que se interpone entre usted y yo... Comprendo que no tengo mérito alguno para merecer el amor de usted... que hay cien jóvenes en la villa que pudieran con más derecho solicitarlo... Pero lo extraño, lo que me anima y desanima a un mismo tiempo, es que usted no se ha fijado en ninguno hasta ahora... Su corazón permanece ocioso, indiferente... Digo, a no ser que tenga usted algún amor oculto.

Quòd autem est actu tale, habet hoc ab aliquo principio, quod dicitur actus eius, Anima igitur quæ est primum principium vitæ, non est corpus, sed corporis actus, sicut calor qui est principium calefactionis, non est corpus, sed quidam corporis actus. aquí sus palabras. Respondeo dicendum, quòd anima non habet materiam, et hoc potest considerari dupliciter.

¡Ah! dijo el rey, dándose una palmada en la frente ; pues ya lo comprendo todo; el tal afortunado hidalgo quitó á estocadas á don Rodrigo la prenda, y como sabía, por haberlo oído, el nombre y el empleo en palacio de la dama, vino ó presentarla la prenda... se vieron y se enamoraron el uno del otro ¡ah, ah, véase lo que son los acasos!... y si... si... ¡por mi ánima que quisiera ver!... ¿Habrá algún inconveniente en pedir á doña Clara esa prenda?

-No la tenga yo en el cielo -dijo el sobrebarbero- si todos vuestras mercedes no se engañan, y que así parezca mi ánima ante Dios como ella me parece a albarda, y no jaez; pero allá van leyes..., etcétera; y no digo más; y en verdad que no estoy borracho: que no me he desayunado, si de pecar no.

Palabra del Dia

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