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Actualizado: 22 de junio de 2025


De aquí a tres días, podrás satisfacer tus deseos. » ¡De veras! exclamó Magdalena, palmoteando como un niño a quien se le promete un juguete deseado con ansia mucho tiempo. »Y aun hoy mismo te dejaré ir sin el auxilio de nadie a sentarte en el maldito sillón. Hay que ensayar las piernas antes que las alas. La señora Braun y yo marcharemos a tu lado por si acaso hubiera que sostenerte.

»¿Se acuerda usted de Magdalena cuando tenía esa edad? ¿Se acuerda usted de aquel querubín rubio y hermoso al que sólo parecía que le faltaban las alas? »¡Ay! ¡querida Magdalena!

Quién llevaba un terno de franela blanca como el ampo de la nieve con guantes y sombrero negros; quién lo lucía de color de lagarto con un sombrerito azul de alas microscópicas; quién, por fin, había creído oportuno vestirse de tricot negro con guantes, botines y sombrero blancos.

¡Va el corcel de mis versos...! Da a los aires sus crines de metáforas nuevas y de símbolos bellos; sus relinchos rimbomban como fieros clarines y sus cascos galopan despidiendo destellos. El corcel de mis versos es rebelde a los frenos porque sabe que ahogan como en flor su carrera; y en su fuga brillante por los cielos serenos, no es Pegaso con alas, sino roja bandera...

¿De que sirve que cubran tus campos tantas flores, que en tus selvas se oiga al pájaro trinar, si el aire que trasporta sus cantos, sus olores, en alas también lleva quejidos y clamores que el alma sobrecogen y al hombre hacen pensar?

Tienes la cabeza llena de sangre. ¡Mi puesto está al lado del barón! rugió Roger, forcejeando inútilmente. Quédate aquí, te digo, y te quedarás á las buenas ó á las malas. Necesitarías alas para llegar á la galera. Esta se alejaba gradualmente. ¡Mirad qué valor, cómo se defienden, cómo atacan! continuó Tristán siguiendo los detalles de la lucha á bordo del pirata.

Por esto le causaba hondo tedio su existencia monótona y gris, separada por ancho foso de aquella otra vida puramente imaginativa que le envolvía como un perfume exótico y excitante, surgiendo de entre las páginas de los libros. Algún día se vería libre, levantaría las alas; y esta liberación había de realizarse cuando le eligiesen diputado.

En ese momento sentí que algo se helaba en y tomaba la rigidez de una piedra; en ese momento, la esperanza murió en , y con ella la fe en misma, la creencia en la dicha y en el bien. Una gran calma reinó en todo mi ser. La muerte, que se cernía sobre la cama, había tocado también mi cuerpo con sus negras alas.

Según Pedro Lobo, los españoles habían sido como venenoso reptil que trepa a lo alto de la roca donde el cóndor tiene su nido, y devora o mutila a los polluelos antes de que les crezcan las alas para enseñorearse del espacio sin límites, remontarse más allá de las nubes, y mirar el sol de hito en hito.

El Padre Montero me miró con extrañeza y que sus trémulos labios iban a formular una pregunta; pero en ese momento el ave movió las alas, que brillaron a la luz del ocaso, como si cayera una cascada de gemas dentro de una hoguera, y tendió el vuelo en dirección nuestra.

Palabra del Dia

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