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Actualizado: 22 de septiembre de 2025
Era el azul luminoso de donde habían surgido los primeros dioses deshonrado por la mancha aceitosa que denuncia un asesinato en masa; las costas rosadas, cuyas espumas fabricaron á Venus, recibiendo racimos de cadáveres empujados por las olas; las alas de gaviota de las barcas de pesca huyendo amedrentadas ante el gris tiburón de acero; su familia y sus convecinos aterrados al despertar frente al cementerio flotante arrastrado por la noche hasta sus puertas.
Lejos del sol y de la vida, desafía a la muerte, lo mismo que el albañil, que, despreciando el vértigo, trabaja con los pies sobre frágil tabla, admirado por las aves, que extrañan la presencia en el espacio de un animal sin alas.
¿No temes, dí, que el exterminio brote del seno impuro de nequicia tanta y con sus alas de huracán te azote? No seas, no, como la débil hoja que arranca a su merced el cierzo frío que en Otoño los árboles despoja. Sé cual la narra de tu bosque umbrío que, al ascender por el azul sereno, lanza al baguio valiente desafío.
¡Pero, señor! exclamó Jacobo exasperado . ¿Son estas las gentes timoratas?... ¿De dónde saca mi mujer esos aires de independencia?... Nosotros no estamos separados legalmente y la ley me autoriza para reclamar cuando quiera a mi mujer y a mi hijo. La marquesa se irguió entonces en su butaca, arrogante y amenazadora, desplegando por vez primera sus poderosas alas de águila.
En lo alto de la escalera, en el descanso del primer piso, doña Paula, con una palmatoria en una mano y el cordel de la puerta de la calle en la otra, veía silenciosa, inmóvil, a su hijo subir lentamente con la cabeza inclinada, oculto el rostro por el sombrero de anchas alas. Le había abierto ella misma, sin preguntar quién era, segura de que tenía que ser él. Ni una palabra al verle.
Contigo, por medio de la contemplación, en alas del entusiasmo y del amor sin mácula, me arrobaré, me extasiaré y me perderé en el Uno. PROCLO. Así sea. ASCLEPIGENIA. Ahora tengo que dejarte. No puedo faltar esta noche en mi palacio, donde aguardo visitas. Ve a instalarte allí desde mañana. PROCLO. No aspiro a otra cosa.
El siglo <sc>xx</sc> hará la historia del siglo <sc>xix</sc>. ¿Qué podía esperar Amparo? Una vida de sufrimiento. Porque Amparo tenía la desgracia de flotar, soñando, en alas de su entusiasmo, en una región a la cual sólo podía alzarse su deseo.
Ese sueño que parece alimentado por las alas de un ángel invisible, que se agitan en el misterio de la noche, ese sueño no se duerme sino en una edad. La expresión de un niño dormido atrae irresistiblemente. ¿Qué sueña esa alma inocente? ¿Qué idea, qué pensamiento agita ese cerebro?... ¿Por qué late suave, pausadamente, sin agitaciones ese tierno corazón de ángel?
Y entre aquel negror los ojos del presbítero percibían el fulgor de las olas, mostrando y apagando a cortos intervalos su blancura. El muelle estaba desierto: aún no era llegada la hora de la vuelta de las lanchas. Los pataches y quechemarines cabeceaban dulcemente, aburridos de su inacción. Una gaviota volaba en círculos concéntricos rozando con sus alas la superficie del agua.
Palabra del Dia
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