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Mientras llegó solo el humo, era una estátua; en llegando la llama, se defendió, se cubrió y forcejó como pudo y hasta que no pudo más. Estaba gordo, como un lechonazo de cría y encendióse en lo interior de manera, que aun cuando no llegaban las llamas, ardían sus carnes como un tizón y rebentando por medio se le cayeron las entrañas como a Judas. Crepuit medius & difusa sunt omnia viscera eius.

Después me preguntó si tenía algo que ver con el corazón, y le expliqué largamente lo que era esta víscera y sus relaciones con las otras de nuestro cuerpo. Luego tocó el punto del estómago, y no con menor erudición expuse mis conocimientos acerca de este importante órgano, que denominé, muy ingeniosamente, «el laboratorio químico de la vida».

Estaba gordo como un lechonazo de cría y encendióse en lo interior; de manera que aun cuando no llegaban las llamas, ardían sus carnes como un tizón; y reventando por medio, se le cayeron las entrañas como a Judas. Crepuit medius difusa sunt omnia viscera ejusEsta lectura bárbara producía siempre efecto.

Pero a pesar de todas estas lecturas pasadas y futuras, se figuraba el organismo humano con una especie de conciencia en cada dedo y en cada víscera y en cada humor; y lo de agradecer el estómago, por ejemplo, las medicinas, lo tomaba al pie de la letra.

Los síntomas varian poco en los primeros instantes de una congestion inflamatoria sobre una víscera ú órgano cualquiera, pero ofrecen particularidades cada vez mas perceptibles á medida que el órgano se afecta, hasta que la flegmasía se desarrolla con todo el acompañamiento de síntomas.

El estómago espresa la atonía, las mucosidades abundan; los fenómenos de inflamacion y ulceracion de esta víscera son el efecto de dósis tóxicas. El infarto del hígado y del bazo puede existir sin inflamacion ostensible; la inflamacion del peritóneo es seguida de engrasamiento y desarrollo de falsas membranas ó de exudacion serosa.

Se dirige, pues, mas bien á la afeccion de la cara superior del hígado, ó de su superficie peritoneal, mientras que la pulsatila lo hace en la hepatitis profunda, en la inflamacion de la porcion vascular y gástrica de esta víscera, con angustias, conatos al vómito, salivacion abundante, deposiciones copiosas, etc..... La belladona parece mas indicada en la flogosis parenquimatosa del hígado, con mayor sensibilidad, fiebre con delirio....; el mercurio es muchas veces un auxiliar indispensable de estos tres medicamentos, aun cuando la hepatitis reconozca por causa un acceso de cólera, lo que, en todos casos, reclama brionia, y á veces acónito y manzanilla despues de aquella.

Creo que ; todo el mundo posee en el pecho una víscera de ese nombre. ¿Se le conocen sentimientos generosos?... Diablo, diablo... Eso no lo ; lo supongo... ¿Ha sido bueno con su familia?... ¿Es humano con sus obreros? ¿Se ocupa de ellos?... ¿Cómo diantre quiere usted que yo lo sepa?

Reconocía que era hermoso de cuerpo, noble de alma, y culto y rico de inteligencia; que levantaba muchos codos por encima de los galantes frívolos, de los mozos simples y de los viejos verdes que más abundaban a su alrededor; que sentía una lícita y honda complacencia en verse objeto de sus codiciadas atenciones; que le ola con gusto y que se apartaba de él con cierta pena; que después de cada entrevista le duraba su recuerdo largas horas; que se preparaba para la inmediata con mayores precauciones que las de costumbre en parecidos casos, y, por último, que haría cualquier sacrificio por vencerle en el duelo medio empeñado entre ambos, es decir, por arrancarle el secreto de sus intenciones, la primera gota..., vamos, la señal de que el hielo se fundía al calor del... interés que ella le inspiraba; pero ¿no puede sentirse y desearse e intentarse todo esto sin amor? ¿No bastaba el móvil de la curiosidad para que lo sintiera, lo deseara y lo intentara una mujer como ella? ¡Oh!, el amor presenta síntomas bien diferentes de éstos; se nota en algo más profundo y más sensible que la memoria y el discurso; se siente en lo más vivo del corazón, y el de ella no era, hasta la fecha, más que una víscera que funcionaba con la inalterable regularidad de un cronómetro.

¡Oh víscera escondida que sin cesar renuevas en tu fondo tu amor ardiente y hondo, sin ver que quedas para siempre herida...! ¡Oh triste corazón! ¿por qué vas ciego tropezando en las sombras del camino, cuando tu propio sino te grita: "¡Aún no! Tu ruego no llegó a su destino y tu tiempo de amar no es hoy, es luego"?