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Se fatigó de aquellas calurosas expresiones de amor que no encontraban la debida correspondencia. Tristán cada día más frío, más serio, más encerrado en mismo, detenía sus caricias y congelaba sus expansiones. El malestar fue creciendo y el alejamiento de los esposos haciéndose más ostensible.

A la mañana siguiente hizo la vida de siempre. Después de desayunar en compañía de su esposa, estuvo leyendo o trabajando en su despacho. Con aquélla, aunque todavía serio, se mostró dulce y afectuoso. Clara, sorprendida, fue tan dichosa, que antes de encerrarse le besó con transporte y luego lloró de felicidad a solas. Las vagas sospechas de que Tristán pudiese provocar al marqués se disiparon.

Es una chica razonable, que sólo desea tornar al buen camino; vamos a llevarla a comer y usted le sermoneará lo que sea necesario...» Le juro que había tomado en serio mi papel de bienhechor; por otra parte, la tarea era fácil: la joven Elisa tenía una cara apicarada y un cuerpo delicioso y carnosito. Hubiera usted pensado que contaba por lo menos veinte años. ¡Tan hermosa y robusta parecía...!

Aquel riente espectáculo, que parecía impregnado de la gracia y la alegría de mi Gloria adorada, perdió de pronto su encanto. Nada me decía. Su vida no era la mía. El espíritu de belleza vivo y ardiente que lo animaba rechazaba el mío, serio y contemplativo.

Don Simón, pues, era, enfrente de todo peligro serio, tímido como una liebre. Por eso se estremecía de espanto al considerar la facilidad con que él y su apreciable candidatura podían ir en un momento a contar la campaña al otro mundo.

¿O es que quieren burlarse de ? No, eso no; lo dicen en serio; han hablado mucho solas; luego doña Rebeca me ha llamado con suma amabilidad y me ha explicado el asunto, entremetido en muchos refranes..., que «al buen entendedor con pocas palabras basta»..., que «más vale pájaro en mano que....» El pájaro eres , ¿sabes?

También sonrieron al príncipe algunas damas de aspecto serio, todavía de buen ver, amplias de formas por un extremo y enjutas por el otro, como personas que se medicinan contra la obesidad y no obtienen un resultado regular.

Contó todas las dichas y todos los pesares que le había dado. Todos sus discursos se referían a ella, así como todas sus preguntas: la quería a todo precio y empleó la astucia de una tribu india para descubrir su dirección. La llegada inesperada de aquella ruina viviente fue un serio dolor para Germana y una cruel enseñanza para don Diego.

¿Cómo? ¿No cree usted lo que le digo?... ¡Hijo, no está usted poco pagado de su personita! No es que esté pagado de , Gloria repliqué, poniéndome grave; es que cuesta trabajo creer que haya aguardado usted tanto tiempo para darme calabazas. ¡Si no me las ha pedido usted hasta ahora! ¿Pero habla usted en serio, Gloria? ¿Por qué no?

Ahora sería hombre serio, para no dar disgustos a Pablo, que era como su padre. Pensaba dedicarse a la política; ser diputado. Otros de la tierra lo eran, sin otro mérito que una fortuna y un nacimiento iguales a los suyos.