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Falsburg es una plaza fuerte pequeña, situada en el camino imperial de Estrasburgo a París, que domina la ladera de Saverne, los puertos del alto Barr, de la Roche-Plate, de la Bonne-Fontaine y del Graufthal.

Por todas partes no se encuentran mas que cajones de pólvora, de balas y de obuses; la caballería, la infantería y los artilleros vuelven a sus puestos. El mariscal Victor, con doce mil hombres, defiende la carretera de Saverne; pero los puentes de las plazas fuertes están levantados desde las siete de la noche hasta las ocho de la mañana.

«La presente, madre mía, tiene por objeto comunicarle que todo marcha bien y que he llegado el martes por la tarde a Falsburgo, en el preciso momento en que se cerraban las puertas. Los cosacos estaban ya en la ladera de Saverne y hemos tenido que pasar la noche tiroteando sus avanzadas. Al día siguiente se presentó un parlamentario intimándonos que rindiéramos la plaza.

Cogió la anciana a ésta por un brazo, y volviéndose hacia el parlamentario, le dijo: Tenemos una niña con nosotros; ¿no habría un medio de enviarla a casa de alguno de nuestros parientes de Saverne? Apenas Luisa oyó tales palabras se precipitó en brazos de Hullin, poseída de un gran terror, exclamando: No, no. Quiero permanecer con vosotros, papá Juan Claudio; quiero morir con vosotros.

Sabéis también que dos grandes caminos, dos caminos reales, atraviesan Alsacia y los Vosgos; ambos parten de Basilea: uno, a lo largo del Rin hasta Estrasburgo, y de aquí sube por la ladera de Saverne y entra en Lorena; Huningue, Nuevo Brisach, Estrasburgo y Falsburgo lo defienden.

¿Y los heridos se han quedado en medio de la calle toda la noche? No; han llegado de Saverne esta mañana, y dentro de una o dos horas, así que los caballos descansen, se pondrán en camino para Sarreburg. En aquel momento el sargento, que acababa de restablecer el orden en los carros, entró frotándose las manos. ¡Vaya, vaya!

Después, así que se hubo puesto un ancho sombrero de fieltro, subió la escalera y dijo en voz baja: Hija mía, tardaré algún tiempo en volver, pues tengo que ir bastante lejos; pero no te inquietes. Si alguien pregunta dónde estoy, le dices: «En casa del primo Matías, en Saverne.» ¿No quiere usted almorzar antes de salir? No; me llevo un pedazo de pan y la calabacilla de aguardiente.