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Están atacando la ciudad dijo Hullin , ¿pero del lado de Lutzelstein? No se oye nada respondió Bentz. Entonces es que el enemigo se propone rodear la plaza. De todos modos, los aliados están allá abajo; debe de haber muchísima gente en Alsacia.

Por cuánto tiempo? Cuatro dias. Bien: pasen UU., y al volver á salir recogerán su pasaporte. En hora buena. Estrasburgo es la ciudad mas importante del nordeste de Francia, ya por su comercio y el movimiento agrícola que centraliza, ya por el carácter de plaza fuerte de primer órden, y por sus tradiciones, sus monumentos é institutos como antigua capital de Alsacia.

Mi marido combate en Alsacia.... ¿Y el señor Delfour, dónde está?... El señor Delfour andaba del lado de Bélgica; y su esposa, lanzando en torno una mirada de orgullo, hacía el relato de sus glorias. Dos citaciones en la orden del día: cruz, segundo galón. Pero llovían héroes, y Odette experimentaba cierto despecho al oir que todas las otras casi decían lo mismo de sus hombres.

¡Pues baje usted a Alsacia y ya verá! Aquella pobre gente se marchaba moviendo la cabeza con un aire de profunda indignación, y Materne se reía para sus adentros.

Sabéis también que dos grandes caminos, dos caminos reales, atraviesan Alsacia y los Vosgos; ambos parten de Basilea: uno, a lo largo del Rin hasta Estrasburgo, y de aquí sube por la ladera de Saverne y entra en Lorena; Huningue, Nuevo Brisach, Estrasburgo y Falsburgo lo defienden.

De Estrasburgo á Basilea, los Vosges, deliciosas montañas; la Alsacia, castillos, ruinas góticas, monasterios, capillas: Mulhouse, industria floreciente y paisajes alegres y variados. Al entrar en Suiza, empieza á disfrutarse ya de la libertad de aquel pais. Nadie me pidió el pasaporte, nadie me dijo una palabra, ni registró mis cofres persona alguna.

Los buhoneros, los carreteros, los caldereros, toda esa población flotante que va continuamente de la sierra al llano y del llano a la sierra, llevaban día por día, de Alsacia y de las orillas del Rin, una porción de noticias inquietantes: «Las plazas decían tales gentes se preparan para la defensa; se busca trigo y carne para aprovisionarlas; las carreteras de Metz, Nancy, Huningue y Estrasburgo se ven surcadas de convoyes.

Al cabo de cinco o seis días todos estuvieron restablecidos. El capitán Vidal, de Falsburgo, había dejado veinticinco hombres en el Falkenstein para custodiar las municiones; entre ellos estaba Gaspar Lefèvre, y el muchacho bajaba todas las mañanas a la aldea. Los aliados se habían trasladado a la Lorena; en Alsacia no se les veía mas que alrededor de las plazas fuertes.

La indignación de don Marcelo tomaba otra forma cuando su esposa le repetía las noticias de su hermana. ¡Todo mentira!... La guerra marchaba perfectamente. En la frontera del Este, los ejércitos franceses habían avanzado por el interior de Alsacia y la Lorena anexionada. Pero ¿y Bélgica invadida? preguntaba doña Luisa . ¿Y los pobres belgas?

Están en Alsacia, cerca de Urmatt, y vienen hacia aquí. Mientras vienen o no vienen, sírvanos una jarra de vino; aquí tiene usted un escudo de tres libras, que le será más fácil de ocultar que los toneles.