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Con todo eso, yo le satisfice de mi persona lo mejor que mentir supe, diciendo mis bienes y callando lo demás, porque me parecía no ser para en cámara. Esto hecho, estuvo ansí un poco, y yo luego vi mala señal, por ser ya casi las dos y no le ver más aliento de comer que a un muerto.

El catalán le respondía con malos modos, cuando le respondía, que no era siempre. Yo satisfice de buen grado su curiosidad. Quedó encantado al saber que iba a Marmolejo. También él se dirigía a este punto, a curarse una afección de la orina. Pero, hombre exclamó el catalán groseramente, ¿no dice usted que tiene usted unos polvos que lo curan todo?

Preguntando por él, supe que también había salido á la mar aquel día, y que era de los pocos que se habían salvado de la catástrofe, casi milagrosamente; pero que, con lo terrible del trance, los golpes y la frialdad del agua, á sus muchos años, habíase puesto á punto de morir. No me satisfice con estas noticias, y quise verle, y lo conseguí.

Tambien tiene el ingenio su codicia, Y nunca la alabanza se desprecia, Que al bueno se le debe de justicia, Aquel que de poeta no se precia, Para qué escribe versos y los dice? Porqué desdeña lo que mas aprecia? Jamas me contenté, ni satisfice De hipocritas melindres. Llanamente Quise alabanzas de lo que bien hice.

JARIFA. En otra te di yo un , En otra dueño te hice Deste bien que hoy se confirma; Aquí se rompió la firma Y la deuda satisfice. Viendo estas rosas y flores, Estos árboles y fuentes, Tengo, Abindarráez, presentes Nuestros pasados amores.

Con todo eso, yo le satisfice de mi persona lo mejor que mentir supe, diciendo mis bienes y callando lo demás, porque me parescía no ser para en cámara. Esto hecho, estuvo ansí un poco, y yo luego vi mala señal por ser ya casi las dos y no le ver más aliento de comer que a un muerto.

Mi tío probaba de todo sin gustarle nada, y yo satisfice mi necesidad, más que apetito, de doce horas, casi tanto con la vista de tan copiosos alimentos, como con las parvidades que de ellos tomé... ¡Pero don Pedro Nolasco!... No tenía calo ni medida su estómago de buitre; devoraba hasta con los ojos; y mucho de lo que no le cabía en la boca mientras funcionaba su gaznate, corríale en regatos por el exterior hasta sumirse bajo la sobarba entre cuero y camisa, o mezclarse gota a gota con la mugre del chaleco.