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D. Francisco Sanchez de Feria en su obra inédita Descripcion moderna y antigua de Córdoba, que hemos citado otras veces, dice solamente que era propia del vínculo que poseía en su tiempo D. Manuel Serrano de Rivas, abogado de los Reales Consejos. Véase pág. 225. Nada dice de esta restauracion el minucioso Bravo en su Catálogo de los obispos, etc.

Mi padre le explicaba el argumento y hacía especial hincapié en la tesis, o, como él decía, la idea, a lo cual replicaba el conde, pensativo: «Pues no creas; eso tiene intríngulis:» «¡Que si tiene!... replicaba mi padre, con inocente petulancia . Ya verá el señor conde cuando el drama se estreneProbablemente sería más racional que los de su conterráneo el señor Linares Rivas interrumpí.

Pero el citado Diaz de Rivas con muy sólidos argumentos induce á creer que la resistencia del caudillo godo con su gente tuviese lugar en la iglesia del convento de Sta. Clara, que en tiempos antiguos llevó sucesivamente los nombres de S. Jorge y Sta. Catalina.

D. ANGEL DE SAAVEDRA, DUQUE DE RIVAS, nacido en Córdoba en 1791, después de muchas vicisitudes, que ya lo elevaban á los cargos supremos del Estado, ya lo castigaban con persecuciones y el destierro, embajador español á esta fecha en la corte de las dos Sicilias, se familiarizó con las obras de los poetas ingleses durante su larga residencia en Londres y Malta, logrando con estos estudios formarse una idea más libre y más exacta de lo que constituye la esencia de la poesía, en la época en que las teorías francesas dominaban sin rival en su patria.

Merced á nuestra natural incuria, por regla general deplorable, ahora por escepcion benéfica, consérvanse hoy estas ruinas próximamente en el estado mismo en que se hallaban á fines del siglo XVI y principios del XVII, cuando nos las describian Ambrosio de Morales y el licenciado Diaz de Rivas sin saber de cuán noble cadáver hacian la filiacion . Algunos preciosos vestigios que ellos vieron han desaparecido: quizás han sido cubiertos por la lenta crecida del terreno.

Dicen los historiadores árabes que la peticion del rey D. Alfonso fué sugerida por los obispos y eclesiásticos que le acompañaban, por considerar que el alumbramiento de la reina sería mas meritorio á los ojos de Dios en aquel lugar, que habia sido antiguamente basílica cristiana. El P. Fr. Vasco. Ambrosio de Morales. El licenciado D. Pedro Diaz de Rivas.

No declara en verdad con palabras terminantes el historiador citado que esta iglesia derruida fuese la de los tres mártires Fausto, Januario y Marcial; pero probando abundantemente Ambrosio de Morales y los demas escritores cordobeses, Rea Rivas y Gomez Bravo, que la basílica de los tres mártires fué la antigua catedral donde residió el obispo todo el tiempo de la dominacion sarracénica, resulta evidenciado del cotejo de nuestros historiadores con el mencionado Al-Makkarí, que la iglesia que los Cristianos levantaron en sustitucion de su antigua basílica catedral, vendida á los Musulmanes, fué esa misma de los tres mártires, situada en efecto cerca de los muros de la ciudad á la parte del mediodia, y en la Axarquía ó parte baja que ocupaban los Cristianos.

No se hizo cargo de los fragmentos de arquitectura decorativa, puramente neo-griega, por allí diseminados, ni conoció el estilo arábigo del ciervo de bronce que le estuvo una porcion de años vertiendo el agua en la pila del claustro de S. Gerónimo, cuando él hacia vida de monge. El citado D. Pedro Diaz de Rivas. Véase el Discurso primero de sus Antigüedades de Córdoba.

En Madrid trató diariamente á Hartzenbusch, al duque de Rivas y á otros literatos y poetas notables; en Granada, en donde trabajó un día entero en la Alhambra, maduró el proyecto de escribir una obra acerca de la civilización de los árabes españoles, y en particular de su poesía, no bien conocida hasta ahora.

Los más famosos directores de compañías, que alquilaron sucesivamente ambos locales en los tres años siguientes al de 1579, fueron Granados, Salcedo, Rivas, Quirós, Gálvez, Cisneros, Velázquez y el italiano Ganasa. El corral de la calle del Sol y el de Burguillos se fueron abandonando poco á poco, y en el de Cristóbal de la Puente sólo se representó rara y excepcionalmente.