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Su padre conmemoró su muerte en la égloga pescatoria Felicio, y no debía saber su fallecimiento al tiempo de publicar las Rimas de Burguillos, ya que en la dedicatoria de La Gatomaquia a su hijo nada habla de su fallecimiento. No se sabe quién fuera el raptor, aunque por la égloga Filis y otras alusiones se sospecha podría ser algún galán de la Corte de la intimidad de Felipe IV.

León Pinelo en sus Anales de Madrid alaba "la estimación que le dió el pueblo dondequiera que estuvo, y particularmente en esta Corte, donde en oyéndole nombrar los que no le conocían se paraban en las calles a mirarle con atención, y otros que venían de fuera luego le buscaban y a veces le visitaban sólo por ver y conocer la mayor maravilla que tenía la Corte, y muchos le regalaban y presentaban alhajas sin más título que el de ser Lope de Vega, y si llegaba a comprar cualquiera cosa de mucha o poca calidad, en sabiendo que era Lope de Vega se la ofrecían dada o se la vendían con toda la cortesía y baja de valor que les era posible;... dieron en Madrid, más de veinte años antes que muriese, en decir por adagio a todo lo que querían celebrar o alabar por bueno, que era de Lope; los plateros, los pintores, los mercaderes, hasta las vendedoras de la plaza, por grande encarecimiento, pregonaban fruta de Lope, y un autor grave, que escribió la historia del señor don Juan de Austria, para levantar de punto la alabanza, dijo de uno que era capitán de Lope, y una mujer, viendo pasar su entierro, que fué grande, sin saber cúyo era, dijo que aquel era entierro de Lope, en que acertó dos veces". Quevedo, en la aprobación de las Rimas de Burguillos, se refiere también a este uso popular de calificar como de Lope a lo excelente: "Frey Lope Félix de Vega Carpio, cuyo nombre ha sido universalmente proverbio de todo lo bueno."

Verdad es que no se edificaron nuevos teatros, sino al contrario, que se fueron abandonando los de la Puerta del Sol, de Isabel Pacheco, de N. Burguillos, de Cristóbal de la Puente y de Valdivieso; subsistiendo tan sólo los dos corrales de La Cruz y de El Príncipe, cuya data alcanza á los años de 1579 y 1582, aunque, por otra parte, se aumentaron los días, en que era lícito dar representaciones, limitados en un principio á los festivos y alguno que otro de la semana, y creció el personal de las compañías, y se agotaron más rápidamente las obras dramáticas.

Tampoco debemos olvidar, ya que tratamos de la épica, los poemas cómicos, que, como La mosquea, de Villaviciosa; La gatomaquia, de Burguillos; Las necedades de Roldán, de Quevedo, etc., ofrecen mucha gracia y elegancia, y rivalizan con lo mejor de esta especie que han producido otras naciones. En este período ejercieron escaso influjo en la española las literaturas extrañas.

Lope asistió en seguida á la universidad de Alcalá, en donde estudió filosofía y matemáticas cuatro años largos ; pero estas ciencias no le agradaron, consagrándose á las secretas, y «siendo conducido por Raimundo Lulio á un intrincado laberintoDel prólogo que precede á las poesías de Tomé de Burguillos, parece deducirse que estudió también mucho tiempo en Salamanca.

Las dos últimas composiciones, que publicó Lope, fueron La Dorotea, tantas veces citada , y á la cual califica de hijo el más amado de su musa, y una colección de poesías burlescas, escritas con anterioridad, é impresas bajo el supuesto nombre de Tomé de Burguillos. La célebre epopeya cómica La Gatomachia se encuentra entre las últimas, excelentes casi todas.

Compraron con dicho objeto el corral ya mencionado de Burguillos, sito en la calle del Príncipe, y pidieron licencia para alquilarlo, con destino á representaciones teatrales; pero como se oponía á su deseo el anterior privilegio, de que ya disfrutaba la otra cofradía, sólo celebrando un acuerdo con ésta podía alcanzar lo que anhelaba.

Pinelo, Anales de Madrid, manuscrito del año 1635. Francisco Manuel de Melo, Apólogos dialogales: 1657, pág. 635. Quevedo, en las Obras de Burguillos. Montalbán, I, c.

Los más famosos directores de compañías, que alquilaron sucesivamente ambos locales en los tres años siguientes al de 1579, fueron Granados, Salcedo, Rivas, Quirós, Gálvez, Cisneros, Velázquez y el italiano Ganasa. El corral de la calle del Sol y el de Burguillos se fueron abandonando poco á poco, y en el de Cristóbal de la Puente sólo se representó rara y excepcionalmente.

Al certamen concurrió Lope de Vega el mozo, el hijo de Lucinda, inquieto joven que daba grandes disgustos a su padre, y por primera vez aparece el seudónimo de "el maestro Burguillos" como firma de unos versos de burlas con que Lope salpimentó la gravedad del certamen. Acaso han creído algunos este Burguillos sería un loco popular y famoso por aquella época.