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En sueños, el avaro es generoso, y tal vez quien despierto no se desprende de un maravedí, para socorrer a un pordiosero, es capaz soñando de prodigar todas las riquezas de los Cresos y de los Fúcares. El cobarde puede soñar que es valiente. Hasta por lo mismo que despierto le humilla y le atormenta su incurable cobardía, en sueños se consuela creando y atribuyéndose el denuedo de que carece.

Lo que el hombre se debe á mismo y debe á ellos, es no prodigar sin motivo la muerte y el dolor. Los holandeses y los ingleses tienen la precaución de matar inmediatamente el arenque; los franceses, más negligentes lo tiran en el barco amontonándolo y dejando que muera asfixiado.

Y entonces, de improviso, desaparecieron su angustia y su tristeza: ya no la sentía tan alta y lejana de ; por el contrario, la veía cerca, la consideraba suya, pues en su alma nacía, no el descontento que el otro expresaba, sino un ímpetu de ternura que lo inducía a pensar en la enferma, un sentimiento de pena y compasión, una necesidad de prodigar a la dolorida criatura los cuidados más asiduos, el afecto más solícito, de recompensarla de sus pasados dolores, de colmarla de felicidad.

Y era digno de verse cómo se coordinaba poco a poco el menudo ejército; cómo sin prodigar órdenes se formaban columnas; cómo se eliminaba a las hembras, aunque alguna hubo tan machorra que defendió a pescozones su puesto y jerarquía. Crecía el estrépito, engrosaban las haces. ¿De dónde había salido toda aquella gente?

Si la recompensa del amor es el odio, si la vida infeliz y débil de aquella criatura de amor a la cual se debían prodigar los más solícitos y tiernos cuidados había sido destruida precisamente por quien conocía la benignidad de su corazón, nada había en el mundo, nada más que el mal... Pero Roberto Vérod reprimía estas palabras.

Al caer se lastimó también en la cabeza con uno de los cortes del escaño. Rosa abrió azorada la puerta y salió corriendo, sin saber adónde. Cuando volvió, al cabo de una hora de vagar por los caminos, halló a la familia ocupada en prodigar cuidados al descalabrado indiano: Tomás aplicándole paños de vino y romero; Ángela haciendo tila para quitarle el susto.

El excirujano propuso enviar la criatura a Red-Dog, a cuarenta millas de distancia, en donde se le podrían prodigar femeniles cuidados: pero la desgraciada proposición encontró en seguida la más unánime y feroz oposición. Indudablemente, no se quería tomar en cuenta plan alguno que encerrase la idea de separarse del recién venido.

Contando pues con los suyos, jamas un indígena pide á los estrangeros la mas mínima cosa. Si dan ellos tan generosamente á sus compatriotas lo necesario á la subsistencia, no se hallan ménos dispuestos á prodigar lo superfluo á los que son sus amigos.

Mientras rodaba el coche se me iba ocurriendo que podía no ser verdad que las ausencias de Ángel de mi casa consistieran en lo que decía el anónimo; mas como para aclarar la duda se necesitaba un trámite, no corto, y no andaban mis asuntos para prodigar el tiempo en lujos de preliminares, y si lo del anónimo no era la pura verdad, podría serlo, lo sería a la hora menos pensada, lo que yo iba a hacer hecho estaría, y eso tendríamos adelantado. ¡El anónimo!... Pero ¡de quién era la mano que le había escrito?

Su madre no se hartaba de palparla, unas veces vestida, otras medio desnuda; de medirla con ávidos ojos, de verla andar, y, aunque seca de palabra siempre, de prodigar, a su manera, elogios a su precoz desarrollo físico y moral, a la redondez de su cuello, a la tersura de su garganta, a la expresión maliciosa de sus ojos, a la frescura de su boca, a la esbeltez de su talle y a todas y a cada una de sus prendas esculturales.