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La que á más me interesa, repuso Roger jovialmente, es que con el arenque venga también una rebanada de pan. ¿Lo ves, gandul? preguntó Colás al otro estudiante. ¿No te he dicho cien veces que el ingenio y la gracia en el decir me rodean como un aura sutil y que nadie se me acerca sin dar á poco muestras evidentes de la agudeza que en rebosa?

De manera que el peligro de los mares, el exceso de fecundidad vuelve á presentarse más terrible aún. ¡El abadejo! Este que es más fecundo que el arenque: ¡llega á tener nueve millones de huevas! Un abadejo de cincuenta libras tiene catorce de huevas, ¡la tercera parte de su peso! Añadid que á esos animalitos, de tan temible maternidad, la época del celo les dura nueve meses en el año.

Lleno de vida á la superficie, el mar veríase obstruido si esa increíble potencia de producción no fuese violentamente combatida por la áspera liga de todas las destrucciones. Basta reflexionar que cada arenque lleva en cuarenta, cincuenta, hasta setenta mil huevas.

Lo que el hombre se debe á mismo y debe á ellos, es no prodigar sin motivo la muerte y el dolor. Los holandeses y los ingleses tienen la precaución de matar inmediatamente el arenque; los franceses, más negligentes lo tiran en el barco amontonándolo y dejando que muera asfixiado.

El cura lanzó una mirada de indignación a Durand y repitió con obstinación: «Pero la popa de su esquife consigió por fin la orilla de paz y de reposo, donde ese virtuoso, ese digno, ese respetable anciano hizo brotar la flor de la caridad y de la religión.» ¡Qué bestia es ese cura! murmuró Grano de Sal. Bestia como un arenque contestó Durand encogiéndose de hombros.

El espantoso torrente de generación que allí se produce, el diluvio del arenque, los miles y millones de huevos del abadejo, tantas y tan horrendas máquinas de multiplicación que, decuplicando, centuplicando, llenarían los océanos, ahogarían la Naturaleza, encuentran una barrera en el rápido devoramiento de la máquina de muerte, el nadador armado, el pez. Bello espectáculo, grande, conmovedor.

Amenazado ha el arenque con su fecundidad terrible; otro tanto sucede con el bacalao, y el esturión amenaza todavía. Preciso es que la Naturaleza invente un supremo devorador, comedor admirable y productor pobre, de digestión inmensa y avaro de generación.

Hace cuarenta años se practicaba la maniobra cantando; hoy es muda. De la marina mercante han desaparecido las grandes pescas. Las primas de la ballena sólo aprovechaban á los armadores. El abadejo no es tan abundante, va desapareciendo el escombro y el arenque se aleja.

El enorme pez de Pascuas comprende todas las partes y substancias de cosa pescada, desde el ruso caviar hasta el escabeche y el arenque de barril, que brilla como el oro y quema como el fuego. Una familia podrá morirse toda entera; pero dejar de celebrar la Noche Buena con cualquier comistrajo, no.

Después de un largo rato así invertido, alzóse de su asiento, corrió la tapadera del mismo y sacó media basallona y un arenque, provisiones hechas por su madre para toda la semana y que él dividió en dos partes iguales. Comióse la primera, y guardó la segunda en el pecho de su camisa de bayeta verde.