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La noche inmediata se ponía en escena un drama de Lope ó de Calderón; á la otra seguía una ópera de Metastasio, una comedia de Molière, Regnard ó Goldoni, y á los cuatro días se solazaba el público con un drama de espectáculo de Valladares ó de Comella.

Tragedias de D. Nicolás Fernández de Moratín y de otros. Comella D. Ramón de la Cruz. La Huerta. ANTES de continuar narrando la historia posterior de la literatura dramática española, daremos algunas noticias relativas á la forma externa de los teatros. En el año de 1708 el director de una compañía de cómicos italianos, llamado Bartoli, consiguió el permiso de construir en Madrid otro teatro.

Si usted quería escribir, imprimía y vendía cuanto a mientes se le viniese, y ahí están si no las obras de Saavedra, las del mismo Comella, las de Iriarte, las de Moratín, las poesías de Quintana, que escritas en nuestros días no podrían probablemente ver en muchos años la luz pública.

El despecho crónico había dado á este rostro un mohín repulsivo y una siniestra contracción que se avenía muy bien con las formas de la figura y su atavío. Desaparecían los cabellos bajo un tocado de tristísimo aspecto, y el cuello, que fué comparado al del cisne por un poeta quejumbrón del tiempo de Comella, era ya delgado, sinuoso y escueto.

Muchos de los asuntos de las obras de Comella están sacados de la historia moderna. Extraños debieron sonar para los españoles los títulos de su Catalina II en Cronstadt y su Federico II en el campo de Torgau. También existe de él un Guillermo Tell. Gaspar de Zavala y Zamora, y Vicente Rodríguez de Arellano fueron otros poetas dramáticos, que siguieron sus huellas.

Mucha fama ganó en el último tercio del siglo XVIII Luciano Francisco Comella, de quien se ha dicho, que, entre todos sus coetáneos, fué el que se mantuvo más fiel al antiguo estilo nacional; pero sus comedias son todas muy groseras, calculadas con la mira de obtener el aplauso del populacho con sus estrépitos de guerra y sus efectos melodramáticos, no observándose en ellas ni sombra siquiera del espíritu ni de las galas del lenguaje de los poetas más malos del tiempo de Calderón.

Luzán, Blas Nasarre, Montiano y Luyando. 299 CAPÍTULO II. Reformas hechas en los teatros. Traducciones de dramas franceses. Tragedias de D. Nicolás Fernández de Moratín y de otros. Comella. D. Ramón de la Cruz. La Huerta. 325 CAPÍTULO III. D. Leandro Fernández de Moratín. Cienfuegos. Reforma del teatro español y desaparición del sistema clásico. Gorostiza. Martínez de la Rosa.

Moratín le hizo triunfar protestando contra Comella; pero no es esto lo que ordinariamente sucede, y todo protestantismo es muy peligroso. El Estado no puede menos de ser conservador. Así como si tiene una religión es porque la cree verdadera, así debe tener también fe en su buen gusto, pero sin alentar á los que buscan en literatura peligrosas novedades.