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Yo gobernaré esta ínsula sin perdonar derecho ni llevar cohecho, y todo el mundo traiga el ojo alerta y mire por el virote, porque les hago saber que el diablo está en Cantillana, y que, si me dan ocasión, han de ver maravillas. No, sino haceos miel, y comeros han moscas.

1635. «Discurso legal del licenciado D. Christóval de Moscon y Córdova, del Consejo de S. M. y su Fiscal del Consejo Real de Castilla, contra el Marqués del Aguila, Conde de Cantillana, Marqués de Govea, Conde de Sástago, Marqués de Almazan y D. Juan de Herrera, por el desacato y delito que cometieron en Palacio, en presencia y oyéndolo sus Magestades, estándose representando la comedia.

Esta investigacion nos conduce á examinar una opinion de Azara sobre los proyectos de colonizacion del Chaco, que declaró, si no imposibles, almenos estériles en sus resultados: opinion falsa, vertida en un momento de irritacion contra el gobernador Alós y el obispo Cantillana que los patrocinaban.

¿Ahora no vive usted en Sevilla? No, señor; hace seis años que estoy establecido en Cantillana. Recordé entonces el antiguo adagio español, y le dije sonriendo: «Anda el diablo en Cantillana»... ¡Ca, hombre! Ya hace mucho tiempo que no anda... Se ha marchao aburrío.

Después de saludar cortésmente al desterrado de Cantillana, y sostener con esfuerzo y coraje una lucha empeñadísima con más de veinte ganapanes que trataban de arrebatarme la maleta, tomé un coche y di al cochero las señas de una casa de huéspedes situada en la calle de las Águilas, que mi sabio patrón de Marmolejo me había recomendado.

10 San Estanislao, obispo de Crobia, de D. Fernando de Zárate. 11 Cada uno para , de D. Pedro Calderón. 12 Los Esforcias de Milán, de D. Antonio Martínez. 1 Pedir justicia al culpado, de D. Antonio Martínez. 2 Sólo en Dios la confianza, de D. Pedro Rosete. 3 Cada uno con su igual, de Blas de Mesa. 4 El desdén vengado, de D. Francisco de Rojas. 5 El diablo está en Cantillana, de Luis Vélez.

Pero salgámonos della; que aun con las relaciones ni los pensamientos no podemos los demonios pasealla, y vuelve los ojos a aquel edificio que se llama la Lonja , cortada del pernil de San Lorenzo el Real, diseño de don Felipe II, y a mano derecha della está el Alcázar, posada real y antigua de los reyes de Castilla, fértil albergue de la primavera, de quien es ilustrísimo Alcaide el Conde Duque de Sanlúcar la Mayor, gran Adtlante del Hércules de España, cuya prudentísima cabeza es el reloj del gobierno de su monarquía; que a no estar labrado el Buen Retiro , fábrica de inimitable ejemplar por el edificio, los jardines y estanques, tuviera este palacio sevillano la primacía de todas las casas reales del mundo, poniendo en primer lugar el real salón que la majestad del rey don Felipe IV el Grande ha copiado de su divina idea, donde todas las admiraciones vienen cortas, y las mayores grandezas enjaguadas . Más adelante está la Casa de la Contratación, que tantas veces se ve enladrillada de barras de oro y de plata . Luego está la casa del bizarro Conde de Cantillana, gran cortesano, galán y palaciego, airoso caballero de la plaza , crédito de sus aplausos y alegría de sus Reyes; que esto confiesan los toros de Tarifa y Jarama cuando cumplen con sus rejones, como con la parroquia . Luego está, junto a la puerta de Jerez, la gran Casa de la Moneda, donde siempre hay montones de oro y de plata , como de trigo, y junto a ella, el Aduana, tarasca de todas las mercaderías del mundo, con dos bocas, una a la ciudad y otra al río, donde está la Torre del Oro y el muelle, chupadera de cuanto traen amontonado los galeones en los tuétanos de sus camarotes.