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El poeta cometió la torpeza su imprevisión merece llamarse así, de sacar á escena á Jesús, y la figura del divino apóstol del perdón, es demasiado subjetiva, demasiado abstracta para encerrada entre bambalinas. El público, unánimemente, la rechazó; fué una caída á plomo.

Si se hubiese atendido á esta distincion, se hubieran evitado muchas dificultades. Con decir que la idea de lo infinito no es intuitiva sino abstracta, se prepara la solucion á las principales objeciones que contra ella se dirigen.

Los objetos en están ceñidos á la esfera de la realidad, y por tanto á la limitacion, á la contingencia; la objetividad de la idea abstracta comprende lo existente y lo posible; y por consiguiente no tiene límites, ni está sometida á ninguna contingencia. En cuanto se refiere á la sensacion, es como el fundamento de nuestras facultades sensitivas; en cuanto idea, es la raíz de la geometría.

Si del lenguaje poético, considerado en sus relaciones con la música y con la organizacion humana, la mente se eleva hasta la contemplacion de la idea abstracta, y penetra en los dominios de la psicología, se verá que, siendo la poesía á la prosa, lo que el drama lírico es al drama recitado, ella no es otra cosa que el lenguaje á toda orquesta, la palabra que se acompaña con la música del ritmo y de la rima, que se impregna de ella, que la asimila á su ser, que funde en un todo compacto la idea y la armonía al fuego inestinguible de la inspiracion que arde en la cabeza del poeta.

Y sin embargo estas cosas existen realmente, como fenómenos internos, como hechos subjetivos de los cuales habla Kant incesantemente, consagrando á ello la mayor parte de la Crítica de la razon pura. ¿Se dirá acaso que la idea pura de relacion no significa nada, porque no podemos presentar una relacion abstracta en intuicion sensible? ¿Se dirá que la idea de fuerza no significa nada, porque no podemos presentarla en intuicion sensible? ¿Se dirá que los principios de donde dimanan los fenómenos de la atraccion, de la afinidad, de la electricidad, del magnetismo, del galvanismo, de la luz y de cuanto nos admira y encanta en la naturaleza, no existe, no son cosas permanentes, que son palabras vacías, porque no podemos representarlos en intuicion sensible?

Hablando de la más alta de todas, ha podido decir Renán profundamente que «la poesía del precepto, que le hace amar, significa más que el precepto mismo, tomado como verdad abstracta». La originalidad de la obra de Jesús no está, efectivamente, en la acepción literal de su doctrina puesto que ella puede reconstituirse toda entera sin salir de la moral de la Sinagoga, buscándola desde el Deuteronomio hasta el Talmud , sino en haber hecho sensible, con su prédica, la poesía del precepto, es decir, su belleza íntima.

Y no es que la buena filosofía confunda los efectos con las causas, pero no conociendo el físico otra cosa que el fenómeno, solo á él puede atenerse: limitándose por lo que toca á la causa, á la idea abstracta de causalidad, que nada le ofrece de determinado, y por lo mismo no la hace entrar en combinacion en sus trabajos científicos.

A esto se reducía todo el ornato del cementerio, mas no su vegetación, que por lo exuberante y viciosa ponía en el alma repugnancia y supersticioso pavor, induciendo a fantasear si en aquellas robustas ortigas, altas como la mitad de una persona, en aquella hierba crasa, en aquellos cardos vigorosos, cuyos pétalos ostentaban matices flavos de cirio, se habrían encarnado, por misteriosa transmigración, las almas, vegetativas también en cierto modo, de los que allí dormían para siempre, sin haber vivido, sin haber amado, sin haber palpitado jamás por ninguna idea elevada, generosa, puramente espiritual y abstracta, de las que agitan la conciencia del pensador y del artista.

En esta última había un esfuerzo doloroso, una frialdad abstracta, y en rigor algo enfermizo, una exaltación malsana; y en lo que estaba pasando ahora ella era pasiva, no había esfuerzo, no había frialdad, no había más que placer, salud, fuerza, nada de abstracción, nada de tener que figurarse algo ausente, delicia positiva, tangible, inmediata, dicha sin reserva, sin trascender a nada más que a la esperanza de que durase eternamente. «No, por allí no se iba a la locura».

A la clase no se va para aprender sino para no tener la raya; la clase se reducía á hacer decir la leccion de memoria, leer el libro y, cuando más, á una que otra preguntita abstracta, profunda, capciosa, enigmática; es verdad que no falta el sermoncito ¡el de siempre! sobre la humildad, la sumision, el respeto á los religiosos y él, Plácido, era humilde, sumiso y respetuoso.