Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de julio de 2025


Era Pablo de Lavardens, que desde hacía una hora esperaba allí para tener el gusto de ver pasar a las americanas. Os engañáis dijo Zuzie a Bettina, ahí viene alguien. Un paisano. Los paisanos no se cuentan; esos no pedirán mi mano. No tiene nada de paisano, mirad.

Estaba halagada, pues nunca disgusta a una mujer el creerse amada, halagada, pero triste al mismo tiempo. Tenía grande estimación y afecto por Juan, y la afligía el pensar que ella era la causa de su sufrimiento y desgracia. Por otra parte, Zuzie tenía el sentimiento de su inocencia. Con los demás, algunas veces era coqueta, muy coqueta. Atormentarlos un poco no era un gran crimen.

Tanto mejor, si he tenido la felicidad de hacerme comprender bien. Hasta la vista, señor Juan, hasta mañana. Madama Scott y miss Percival tomaron pausadamente el camino del castillo. Y ahora, Zuzie, reñidme bien fuerte... Lo espero... Y lo he merecido... Reñiros, ¿por qué? Diréis, sin duda, estoy segura, que he demostrado mucha familiaridad a ese joven.

Bettina ha dormido muy poco, y durante toda la noche decía: ¡Con tal que no llueva mañana! Va a ser un día precioso, y como Bettina es algo supersticiosa, esto le infunde esperanza y valor. La jornada principia bien y terminará bien. M. Scott ha vuelto hace unos días. Bettina lo esperaba en el muelle del Havre con Zuzie y los niños.

Si dentro de veinte días os digo: «¡Zuzie, estoy segura de amarlome permitiréis que vaya hacia él, yo misma, yo sola, a preguntarle si me quiere por esposa. Es lo que hicisteis vos con Richard... Decid, Zuzie, ¿me lo permitiréis? , os lo permitiré. Bettina besó a su hermana, murmurándole al oído: ¡Gracias, mamá! ¡Mamá, mamá!

¡Estas son pensaba, las herejes, las excomulgadas! Y con sus manos agitadas, temblorosas, continuaba preparando la ensalada. ¡Os felicito, señorita le dijo Bettina, por el perfecto orden que reina en vuestra cocina! Mirad, Zuzie; ¿no era así el presbiterio que deseabais?

No sabéis lo que decís, Bettina, y contáis a estos señores cosas que no pueden interesarles. ¡Oh! dispensad, señora dijo el cura. En toda la comarca no se trata por el momento más que de la venta de este castillo, y la narración de la señorita nos interesa mucho. Ves, Zuzie, mi historia interesa mucho al señor cura. Continúo, pues. Salimos a caballo, volvimos a las siete, nada.

En el mismo momento, el abate Constantín está en conferencia con Paulina. Hacen sus cuentas. La situación financiera es admirable, tienen más de dos mil francos en caja. Y se han cumplido los votos de Zuzie y Bettina: ya no hay pobres en toda la comarca. La vieja Paulina, por momentos, tiene ligeros escrúpulos de conciencia. Mirad, señor cura, quizá damos demasiado.

Bettina besó con cariño a su hermana; luego quedose con la cabeza apoyada amorosamente sobre el hombro de Zuzie. Pero si estuvierais cansada de tenerme a vuestro lado, si tuvierais apuro de veros libre de , ¿sabéis lo que haría? Pondría en una canastilla el nombre de dos de estos señores, y tiraría a la suerte. Hay dos que, a decir verdad, no me serían absolutamente desagradables. ¿Cuáles son?

Zuzie Percival recibió de su madre una educación muy francesa, y ella educó a su hermana en los mismos sentimientos de amor a nuestro país. Las dos hermanas se sentían enteramente francesas, más aún, parisienses. Apenas les cayó encima aquella avalancha de millones, el mismo deseo se apoderó de las dos: venir a vivir en París. Pidieron la Francia como se pide la patria.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando