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Actualizado: 12 de julio de 2025
Y yo, desde lejos, notaba el estremecimiento que aquella mirada clara producía en mi amigo, y le envidiaba. La tertulia se deshizo tarde. Algunos criados entraron a buscar a sus señoras y aguardaron largo rato allá dentro, en la cocina. A las doce y media vino el conde viudo del Padul a recoger a su hija, y ésta fue la señal del desfile.
-Es, pues, el caso, señor -prosiguió el labrador-, que yo, por la misericordia de Dios, soy casado en paz y en haz de la Santa Iglesia Católica Romana; tengo dos hijos estudiantes que el menor estudia para bachiller y el mayor para licenciado; soy viudo, porque se murió mi mujer, o, por mejor decir, me la mató un mal médico, que la purgó estando preñada, y si Dios fuera servido que saliera a luz el parto, y fuera hijo, yo le pusiere a estudiar para doctor, porque no tuviera invidia a sus hermanos el bachiller y el licenciado.
Mientras permanecía callada, charlaban unos con otros, pero siempre en voz baja, como si se hallasen en un templo o en la misma cámara real. Sus hijas Recareda y Valeria, jamonas de alto bordo, se mostraban ante ella tan respetuosas, tan obedientes y sumisas como niñas de diez años; y lo mismo su hijo viudo, lleno de canas.
Poco a poco, con las visitas y el largo charlar de ellas, Isidora iba queriendo al viudo, y el viudo aficionándose tanto a ella, que llegó un punto en que hubo de sorprenderse y asustarse de la formalidad de su cariño. En tanto el asunto marchaba satisfactoriamente.
Aunque soy viudo y estoy solo, procuro que mi vivienda tenga cierto confort, lo mismo que una de Buenos Aires. Entre á verla. He comprado nuevas cosas. La última vez no la visitó usted toda. Watson tuvo que seguirle, convencido de que daría un disgusto al contratista si no admiraba una vez más su casa.
¿Para qué? dijo Dunsey, siempre con tono afectado, pero tomando un látigo de sobre la mesa y golpeándose con el cabo en la palma de la mano . Se os presenta una buena ocasión. Os aconsejo que entréis en sus gracias; eso ahorraría tiempo, si Molly llegara a beber una gota de láudano de más, y os dejara viudo. Poco le importaría a la señorita Nancy ser la segunda, si lo ignorara.
De cualquier modo, desde aquel incidente, que hubiese o no recibido la famosa cachetada, el señor Hermany había sido invitado a considerarse como viudo. No lo sintió mucho, porque su mujer, en quien no podía desconocer la más humillante superioridad, le inspiraba tanto temor, que muchas veces se embriagaba para darse valor al presentarse delante de ella.
Las potencias occidentales habían designado para rey de Grecia, al príncipe de Cabourg, viudo de la princesa Carlota, heredera del trono de Inglaterra. Este príncipe se encontraba en París: yo le conocí en Italia durante el tiempo de su viudez, y adquirí con él una amistad tan íntima como sincera.
Hubo sospechas vehementes de que el autor de la agresión fuese este cerdo viudo, pero la joven de la aventura juraba y perjuraba que había sido un oso quien la había acometido, y que no le dijeran cómo era este animal, porque lo había visto muchas veces disecado en el gabinete de zoología de la universidad. Fernanda se había marchado mucho antes seguida de Granate. Estuvieron en el jardín.
Esta se ruborizó de golpe por la idea sola de aproximarse a la marquesa. ¡Qué minuto de asombro y congoja dulce! Después el marqués viudo habló algo de los graves sucesos políticos del día; pero a Isidora le importaba poco que se llevara el diablo a todos los políticos y no se enteró de nada. Cuando se quedó sola, ¡qué cosas pensó y dijo!
Palabra del Dia
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