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Actualizado: 24 de junio de 2025
14 el cual era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, y su padre había sido de Tiro; que labraba en bronce, lleno de sabiduría y de inteligencia y saber en toda obra de bronce. Este pues vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.
El Doctor Antonio Genovard, Beneficiado en la Catedral. El Reverendo P. M. F. Miguel Barceló, Ministro que fue en el Convento de la Santísima Trinidad, habiendo sido Visitador y Definidor de la Provincia de Aragón. El P. F. Francisco Bennasser, Lector de Teología, Franciscano. A Mariana Cortés y Moyá, Viuda de Augustín Cortés mayor. El Doctor Nadal Rotger, Beneficiado en Santa Eulalia.
El ministro, observando su silencio y su tristeza, le preguntó: ¿Tienes por casualidad fondos en su poder? Por casualidad, no ... ¡por estupidez mía! Tiene en su mano casi toda mi fortuna. ¡Oh diablo, diablo! Se me está haciendo rejalgar en el cuerpo lo que he comido. Creo que me voy a poner mala dijo la viuda poniéndose realmente pálida. Arbós hizo esfuerzos por tranquilizarla.
Juana Cortés, viuda de Bartolomé Forteza, alias menjús, negociante de oficio; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de cincuenta y ocho años; reconciliada y presa segunda vez por judaizante relapsa; oída su sentencia con méritos, fue relajada al brazo seglar con confiscación de bienes, por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta y confesa.
Borre esa frase. Está mal escrita. Las mujeres no escriben bien más que las cartas. No tienen la especialidad de los testamentos. Entonces, continúo: «Yo, Honorina Lavenaze, viuda de Chermidy, sana de cuerpo y de espíritu, lego todos mis bienes muebles e inmuebles a Gómez, marqués de los Montes de Hierro, hijo único del conde de Villanera. Y mañana por la mañana quedará rubricado. ¡Vaya usted!
Murió un árabe de la tribu de Setoc, y la viuda, por nombre Almona, persona muy devota, anunció el dia y la hora que se habia do tirar al fuego, al son da atambores y trompetas.
El padre de familia volvía a ser huésped invisible del hogar que había habitado, para recibir en él todos los días las primicias de la comida de la tarde y gozar del cariño fiel de sus hijos y de su viuda. ¡Desgraciado el que faltaba al deber de alimentar a sus antepasados!... ¡Desgraciado el que no era alimentado por sus descendientes!...
La viuda, señora respetable de cincuenta noviembres, tal vez había amado y se había dejado amar por uno de aquellos asiduos tertulios, un D. Críspulo Crespo, relator, funcionario probo y activo e inteligente, de muy mal genio; sí, se habían amado, aunque sin ofensa mayor de Cascos; y en opinión de los amigos, seguían amándose; pero todos respetaban aquella pasión recóndita e inveterada; rara vez se aludía a ella, y se la tenía por único recuerdo vivo de tiempos mejores; y el respeto a tal documento póstumo del muerto romanticismo se mostraba tan sólo en dejar invariablemente un puesto privilegiado, dentro del mostrador, para D. Críspulo.
Desde luego entraría de practicante en la botica de Samaniego, el cual estaba gravemente enfermo, y si se moría, la viuda tendría que confiar a dos licenciados la explotación de la farmacia. Maxi entraría seguramente de segundo, con el tiempo llegaría a ser primero, y por fin amo del establecimiento. En fin, que todo iba bien y el porvenir les sonreía.
Consolaos de vuestras desgracias. Nuestro casamiento os hará olvidar vuestras penas. Estad segura de que seremos felices. La viuda lo miró alejarse para estar segura de que no retrocedería, y así que hubo bajado la escalera comprimió un grito de alegría y corrió a su cuarto.
Palabra del Dia
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