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Aquellas señoras, clérigos y caballeros particulares estaban divididos en dos bandos enemigos en aquel instante; el bando de los envidiados y el de los envidiosos; el de los convidados a comer, que eran pocos, y el de los no convidados. Aunque se hablaba tanto de tantas cosas, la idea que preocupaba a todos era la del convite. No se aludía a él y no se pensaba en otra cosa.

Yo aludía al beso profano; mas, como si hubieran sido mis palabras una evocación, se ofreció en mi mente la visión apocalíptica en toda su terrible majestad. Vi al que es por cierto el primero y el último, y con la espada de dos filos que salía de su boca me hería en el alma, llena de maldades, de vicios y de pecados.

Al tenerse noticia de que la señora de Galba había huido definitivamente, llevándose la hija de su marido, se conmovió todo Fiddletown, suscitándose sobre el caso diversidad de pareceres. El Noticiero de Dutch Flat, aludía abiertamente el «rapto violento» de la niña, con la misma desenvoltura y severidad con que había criticado las producciones de la poetisa.

Y al fin pudo adivinar el francés que su suegro, al hablar de seriedad, aludía á la entereza de carácter. Según declaración espontánea de Madariaga, desde los primeros días que trató á Desnoyers pudo adivinar un genio igual al suyo, tal vez más duro y firme, pero sin alaridos ni excentricidades.

Iba a añadir: «Y muy verdadpero me contuvo el pensar que aquella carta aludía directamente a Francisca. No se podía hacer más claramente el proceso de su caso particular, y el de las jóvenes educadas como ella. Genoveva se abstuvo de hacer ninguna observación, por el mismo motivo.

Cuando el futuro padre vio aquellos pliegos en que se aludía al próximo alumbramiento de su mujer, y se aludía con misteriosas oscuridades, que no eran contestación a nada de lo que él había escrito, y más parecían malicias inextricables, sintió hasta repugnancia moral, y cortó por lo sano. Dejó de escribir a Serafina. «Así como así, todo aquello tenía que concluir pronto.

Se aplaudía con entusiasmo a la cantatriz, y se pedían más vino y más canciones. Luego, a petición del doctor Chevirev, cantaba una bohemia entrada en años, de rostro enflaquecido y enormes ojos rasgados; aludía en sus cantos al ruiseñor, a las citas amorosas en el jardín, al amor juvenil y a los celos. Estaba embarazada de su sexto hijo.

Este es el «mal nuevo» a que aludía nuestro amigo, que por pasarse de honrado, ya no tiene mesnadas con que servir bajo el pendón de los modernos señores, esos que mandan en las nubes negras que son sus delegados omnipotentes y hacen mangas y capirotes, en propio beneficio, de las leyes sin vigor y del esquilmado suelo de la patria.

La viuda, señora respetable de cincuenta noviembres, tal vez había amado y se había dejado amar por uno de aquellos asiduos tertulios, un D. Críspulo Crespo, relator, funcionario probo y activo e inteligente, de muy mal genio; , se habían amado, aunque sin ofensa mayor de Cascos; y en opinión de los amigos, seguían amándose; pero todos respetaban aquella pasión recóndita e inveterada; rara vez se aludía a ella, y se la tenía por único recuerdo vivo de tiempos mejores; y el respeto a tal documento póstumo del muerto romanticismo se mostraba tan sólo en dejar invariablemente un puesto privilegiado, dentro del mostrador, para D. Críspulo.

Subieron los peldaños de madera y entraron en el comedor, cuyos muebles elegantes resultaban demasiado pesados y vistosos. Pirovani los enseñó con vanidad, golpeándolos para ensalzar los méritos del roble y elevando los ojos al techo mientras aludía á sus precios.