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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Esto me era insoportable, tanto más cuanto que yo soñaba con poner en ejecución cierto atrevido proyectillo, que consistía en ir a visitar por cuenta propia uno de los navíos, llevado por algún marinero conocido, que esperaba encontrar en el muelle.
El 30 de Septiembre del citado año de 1614 el cabildo de la ciudad vióse sorprendido con una comunicación en la cual se le ponía en conocimiento que acababan de llegar en las flotas los representantes diplomáticos del rey de Vojú, que se dirijían á Sevilla á ofrecer una carta al Municipio, siguiendo luego su viaje para la corte y para Roma, donde tenian el propósito de visitar al pontífice Pío XI.
Tambien se debe visitar la sierra opuesta á su entrada, que queda al lado del oeste, pues parece natural que de ella desague algun rio, ó corra por sus faldas alguno que venga del interior de la campaña: finalmente se deben examinar de la misma suerte los dos Rios Negro y Colorado, y su terreno intermedio.
Fuera de esto, Juana se pintaba sola para disponer cualquier pipiripao o banquete que debía o quería dar algún señor del pueblo, ya con ocasión de boda o bautizo, ya para obsequiar al diputado, al señor gobernador o al propio obispo si venía a visitar la villa.
Pasear a aquellas horas por las calles de Sevilla era lo mismo que visitar lo interior de las casas. Las familias y los tertulios se hallaban reunidos en los patios, y los patios se veían admirablemente desde la calle, al través de las cancelas.
Cierta señora fue a visitar a una de sus amigas. No la 90 encontró en casa, pero en cambio vio que los muebles estaban todos llenos de polvo. Queriendo dar a su amiga una lección, escribió con el dedo sobre el polvo que cubría mesa y sillas, la palabra: puerca. Al día siguiente volvió y dijo a su amiga que la tarde anterior había tenido la desgracia de no 95 hallarla en casa.
En primer lugar, os dije que fuéseis á visitar á cierta dama de quien se vale el duque Uceda para pervertir, á pesar de sus pocos años, al príncipe don Felipe. Sí; sí, señor, doña Ana de Acuña. Os dí una gargantilla de perlas para ella. Sí, señor, y la gargantilla está en poder de esa dama. ¡Ah! ¿la habéis visto? Sí, señor. ¿Y cuándo la vísteis?
Cada día preocupas más á esas gentes que te odian. No temas, Popito; es difícil que den conmigo. Tu amor y las exigencias de la gran causa á que he dedicado mi vida me hacen ser prudente. Sólo cuando supe que el Padre de los Maestros venía á visitar al gigante me decidí á subir á lo alto de esta mesa con la esperanza de que tú figurarías en el cortejo.
Dos días después, don Alonso Blázquez Serrano, saliendo de visitar al señor de la Hoz, topaba con Ramiro en la escalera. El mancebo descendió para acompañarle. Cuando llegaron al patio, don Alonso, arrimándose a una columna, como si buscara ocultarse de los lacayos, díjole sin ambages que algunas personas comenzaban a murmurar de sus frecuentes visitas al barrio de Santiago.
El viajero que se detiene en Brusélas no debe dejar de visitar el palacio del duque de «Aremberg», abierto siempre á los extranjeros con exquisita condescendencia.
Palabra del Dia
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