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Actualizado: 1 de junio de 2025


¡Es diferente, don Ricardo!... una cosa es ir a un encargue y otra es ir... pongo por caso, a visitar la «Pampita». Realmente, valdría la pena dijo Lorenzo, conque yo que nunca me he fijado en muchacha alguna he quedado fuertemente impresionado con ésta. ¡Ya ves!

¡No los he visto!... Yo suelo visitar a nuestras relaciones y las conoces, Lorenzo, sin encontrar jamás, así: ¡jamás! nada que no sea un «poker armado» o una acalorada discusión, entre damas y caballeros, sobre el costo del sombrero de fulanita; ¡pero, hombre! sin ir más lejos: la otra noche fui a lo de Méndez, ¿sabes? a lo de misia Edelmira, porque era día de recibir.

Un carcelero, que traía una linterna, alumbraba y guiaba á otro hombre que venía á visitar al preso. Este hombre era Coletilla. #Diálogo entre ayer y hoy#. Elías se paró delante de su sobrino.

Así como las fronteras nacionales tienen sus jefes de aduana sin cuyo pase no es posible entrar, el real sitio de San Lorenzo posee un interesante personaje (nada antipático por cierto) sin cuya compañía es de todo punto inútil, si no imposible, visitar los monumentos, los jardines y demas bellezas del lugar. Ese personaje es un ciego, llamado Cornelio, de reputacion mas que europea, anciano muy bondadoso y atento y de una memoria prodigiosa apesar de sus setenta y seis años. Cornelio es el guia ó cicerone obligado de todo el que visita el palacio del Escorial. El siglo XIX lo encontró ya privado de la vista, y durante cincuenta ó mas años el pobre ciego ha recorrido por lo ménos quince mil veces todos los claustros, salones, galerías, escaleras y patios del inmenso edificio, y relatado dia por dia los mismos hechos y las mismas cosas á centenas de miles de curiosos visitadores.

Se enteró minuciosamente de cómo había vuelto Salvatierra del presidio y de sus futuros planes de vida. Yo iré a verle cuando pueda dijo bajando la voz, cuando el amo no se entere... Ayer tuvimos gran fiesta en la iglesia de los jesuitas y por la tarde fui con mis niñas a visitar a la señora... Ya que pasasteis bien el día. Me lo han dicho aquí, en la bodega.

Cuando el profesor Flimnap regresó de su viaje á la antigua capital de Blefuscú, fué sin pérdida de tiempo á visitar al gigante para darle excusas por su ausencia. Vivía en perpetuo asombro á causa de la enorme gloria que había caído sobre él, con acompañamiento de ganancias no presentidas ni aun en sus momentos de mayor ilusión.

Venga usted a verme cuando pueda, con entera confianza; ya sabe usted que somos antiguos amigos: yo le considero como de la familia... Creo que le conviene a usted que nos veamos; algo bueno saldrá de la entrevista. Maltrana, ansioso de esperanza tras estas palabras, intentaba visitar al día siguiente al senador.

Era como ir a misa, para el hombre devoto, o como visitar el cementerio donde yacen los restos de la persona querida. Desde que pasaba de la iglesia de Chamberí veía el disco de la noria, y ya no le quitaba los ojos hasta llegar próximo a él. Cuando el motor daba sus vueltas con celeridad, el enamorado, sin saber por qué y obedeciendo a un impulso de su sangre, avivaba el paso.

Se conose que el señó, al gorver a casa luego de visitar a su doña Sol o doña Demonios, nos encontraba muy fachas a su mamita y a con nuestros mantones y nuestras batas, como toas las hijas de la tierra.

En cuanto a su padre, empezó a visitar con más frecuencia que antes el colegio de la Merced: dos o tres veces por semana le llamaban a la hora de recreo para decirle que su papá le aguardaba en el salón, y al oírlo, volaba hacia allá con el corazón henchido de alegría.

Palabra del Dia

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