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Actualizado: 1 de junio de 2025
Yo lo siento y lo extraño. Madrid, desde que vino el Lozoya, ha ganado mucho, y no merece este abandono general cuando no es verdaderamente necesario tomar aguas o visitar la heredad o hacienda propia, o cuando no se posee bastante dinero para viajar por esos mundos como un nababo.
Sonrió a la chiquilla dormida, y añadió: ¿No le encuentra usted parecido...? ¿Con usted? ¡Con su padre!... Es todito él en el corte de la frente.... No manifestó el capellán su opinión. Mudó de asunto y continuó aquel día y los siguientes cumpliendo la obra de caridad de visitar al enfermo.
¡Sin duda! dijo Melchor, el barómetro marca ya 755 milímetros agregó, mirando al que pendía de la pared del comedor, donde acababan de almorzar. ¡Qué agradable sería dormir la siesta bajo un buen aguacero! Aquí tienes, ché, Ricardo, un día excelente para ir a visitar la «Pampita»... y hacer méritos... ¡Hacer una barbaridad!... porque me moriría en el camino.
Había que aprovechar una conmemoración histórica, porque en tal fecha la mayor parte del vecindario abandonaba sus viviendas para visitar cierto templo de las inmediaciones. Era el glorioso aniversario de la invención de los rayos negros, considerada como el origen de la Verdadera Revolución.
Poseía algunas buenas propiedades rústicas con cuyas rentas vivía cómodamente gracias á la economía de su madre D.ª Carmen y á su propia conducta, arreglada y formal. Entre estas propiedades la más importante era un molino situado á dos leguas de la villa, el cual solía visitar á menudo lo mismo que las otras fincas, porque su madre así se lo encargaba.
El Jueves Santo salía en procesión la Cena, y el Miércoles Santo por la noche estaba expuesta en la cuadra a la veneración de los fieles, quienes con tal motivo tenían entrada franca en la casa, lo cual se llamaba y se llama aún visitar las insignias, y apenas quedaba en el lugar quien no las visitase en la víspera de la respectiva procesión. Y esto si contar con los forasteros.
No largo tiempo después de su casamiento llama un ermitaño á la puerta de Pedro: Inés acude á dar una limosna; pero el ermitaño le dice que es un caballero que se ha disfrazado por su amor. Pronto se entienden los dos, y la joven esposa hace creer á su marido que se propone ir en romería á visitar un ermitaño.
El emperador quería establecer la rancia etiqueta austriaca, pero las matronas mejicanas, al visitar á la joven emperatriz, le decían maternalmente, con una llaneza criolla: «¿Cómo le va, Carlotita?... ¿Qué le parece este país, hija mía?» A impulsos de una franqueza semejante, doña Mercedes terminaba diciendo: Papá, al ver que el Imperio iba mal, reconoció á Juárez y se fué con los republicanos.
Tari con mucha cortesía le ofreció de aguardar quatro dias en Negroponte, en que tendría bastante tiempo para ir á visitar al Infante, y volverse; porque de Negroponte, á Athenas habia solas veinte y cuatro millas.
Quedó un momento pensativo con los ojos melancólicamente puestos en el vacío y luego añadió bajando más la voz: Hace algún tiempo fui a visitar a un amigo cuyo padre se había muerto. Estaba sumido en la desesperación: el llanto bañaba sus mejillas. Y no le faltaba motivo.
Palabra del Dia
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