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Actualizado: 11 de junio de 2025


De la reseña que acabo de hacer, viene ese monumento que visitamos. El rey Clovis, cediendo á las instancias de Santa Genoveva y de la reina Clotilde, levantó una iglesia, dedicada á San Pedro y San Pablo, en el monte llamado Lucotitius, que dominaba al antiguo Paris.

Calilayan cuando lo visitamos dependía de Pitogo, hoy es pueblo, y en el superior decreto que mandaba su creación, se varió aquel nombre por el de Unisan.

Hemos almorzado en una fonda de la Plaza por trece francos, visitamos las fuentes, las más ricas del mundo en juegos de aguas, oimos la música militar cerca del estanque que está en último término, nos sentamos haciendo parte de la sociedad elegantísima que inunda esta esplanada; Vernet me llama y me reconcilia con ella; volvimos luego, tomamos el ómnibus, ya divisamos las torres de Paris: á las seis de la tarde nos apeamos enfrente del palacio de la Industria.

Sin embargo, esto que visitamos, esto que vemos, este resplandor que nos ofusca, que nos fascina, es un templo católico. En un templo católico están Voltaire, Rousseau, Diderot y otros compañeros de la Enciclopedia: no están Bossuet, Bourdaloue, Flechier, Masillon. Ya lo he dicho en otro lugar de estos apuntes, pero hay cosas tan raras y originales, que no basta decirlas una vez.

Pero extraña tambien la persecucion secular que le han declarado á esa religion varias sectas que, llamándose cristianas, ni han sabido ser espiritualistas, ni han renunciado al fatalismo bajo otras apariencias, ni han hecho cosa mayor por la libertad y la dignidad de la mujer! La mezquita-catedral nos impresionó tan vivamente á mis compañeros de viaje y á , que la visitamos cuatro veces.

Aquel día estaba más triste que nunca. Era de tarde: pasé por una plazuela irregular y solitaria, de esas que son la desesperación de los arquitectos modernos: a un lado muros de ladrillo, en los cuales, por la disposición de este material, se ha querido imitar una decoración greco-romana, con jambas, dentículas, capiteles, metopas y triglifos; a otro una pared sin puertas ni ventanas; luego un descomunal portalón, una esquina cargada de escudos, un farol, un santo, torres medio caídas y machones que se van a caer, una plazuela, en fin, de esas que nos salen al paso cuando visitamos cualquier vieja metrópoli, tal como Toledo, Granada, Valladolid, León, etc.

Aquel día visitamos la cascada de Queureiels y la de Vernière. Enrique se aproximó con frecuencia a Cecilia, que daba siempre el brazo a su esposo o a su madre, y cuando hablaba se dirigía a . Por la noche leyó al general los periódicos, le despachó el correo oficial y estuvo escuchando, con una atención digna de mejor suerte, dos largas disertaciones de la Vizcondesa.

Nuestro descuido en verificar este hecho cuando visitamos la catedral, nos impide sacar al lector de dudas.

También digo que si grata es la tarea de fabricar género humano recreándonos en ver cuánto superan las ideales figurillas, por toscas que sean, a las vivas figuronas que a nuestro lado bullen, el regocijo es más intenso cuando visitamos los talleres ajenos, pues el andar siempre en los propios trae un desasosiego que amengua los placeres de lo que llamaremos creación, por no tener mejor nombre que darle.

Visitamos el buque en todas las direcciones, se me explican sus maravillas, se me narra la curiosidad europea que ha despertado por su nueva construcción y mientras contemplo sus cañones poderosos, sus flancos de acero, su lanzatorpedos, sus ametralladoras, todos esos bárbaros elementos de destrucción, recuerdo con alegría que, hace ya muchos años, buques de guerra argentinos surcan los mares, sin que la paz, que es nuestra aspiración y nuestra riqueza, haya sido turbada. ¡Sea igual el destino del Brown; que sus cañones no truenen sino los días de ejercicio, que su bandera respetada y amada por todos los pueblos de la tierra, no se ize jamás a su mástil en son de guerra, y si la agresión la hace inevitable, que el pecho de los hombres que lo dirijan sea tan fuerte como sus escamas de hierro, que lo sepulten en el Océano antes de arriar el pabellón blanco y celeste!

Palabra del Dia

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