United States or Turkey ? Vote for the TOP Country of the Week !


A la otra parte del río existen aún las enormes rocas donde estuvieron las célebres prisiones de Pierre-Chatel, cuyo edificio pertenecía al Estado. El paisaje es allí magnífico e incomparable: entre dos rocas enormes hay un desfiladero: después de los días transcurridos, aún temo que aquellas masas de prodigiosa altura se desprendan y nos sepulten entre sus peñascos.

Visitamos el buque en todas las direcciones, se me explican sus maravillas, se me narra la curiosidad europea que ha despertado por su nueva construcción y mientras contemplo sus cañones poderosos, sus flancos de acero, su lanzatorpedos, sus ametralladoras, todos esos bárbaros elementos de destrucción, recuerdo con alegría que, hace ya muchos años, buques de guerra argentinos surcan los mares, sin que la paz, que es nuestra aspiración y nuestra riqueza, haya sido turbada. ¡Sea igual el destino del Brown; que sus cañones no truenen sino los días de ejercicio, que su bandera respetada y amada por todos los pueblos de la tierra, no se ize jamás a su mástil en son de guerra, y si la agresión la hace inevitable, que el pecho de los hombres que lo dirijan sea tan fuerte como sus escamas de hierro, que lo sepulten en el Océano antes de arriar el pabellón blanco y celeste!

Y luego veía el bosque espeso, convertido en campo, veía arroyos de sudor regando los surcos, se veía allí, á mismo, pobre Tales, arando en medio del sol, destrozándose los piés contra las piedras y raices, mientras aquel lego se paseaba en su coche y aquel que lo iba á heredar, seguía como un esclavo detrás de su señor. ¡Ah no! ¡mil veces no! que se hundan antes aquellos campos en las profundidades de la tierra y que se sepulten ellos todos. ¿Quién era aquel estrangero para tener derecho sobre sus tierras? ¿Había traido al venir de su país un puñado solo de aquel polvo? ¿se había doblado uno solo de sus dedos para arrancar una sola de las raices que los surcaban?

Ceñido siempre el arnés de batalla, no punto de reposo á los enemigos del Islam, y mientras el Califa se hunde con la gloria de los Umeyas en su lecho de flores, hace él que sus soldados recojan cuidadosamente despues de cada refriega el polvo de sus arreos militares para que á su muerte no le sepulten en otra tierra que la recogida en sus innumerables victorias.

Y aunque contemples en casual desfile el torpe halago y la esperanza trunca, sabrás sentir, cuando tu fe vacile, toda la fuerza del vocablo "nunca". Pero, si indigna de tus dioses lares perpetuamente has de vivir cautiva, fuera mejor que tus contiguos mares en un sepulcro te sepulten viva. Marzo, 1915. A ESPA