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Actualizado: 10 de noviembre de 2025


Este que le tenía mucho respeto desde el día en que le vió hacer operaciones quirúrgicas con la misma tranquilidad como si se tratase de gallinas, le esperaba para darle noticias. Dos de los trabajadores estaban presos, uno iba á ser deportado... se habían muerto varios karabaws. ¡Lo de siempre, cosas viejas! replicaba mal humorado Basilio; ¡siempre me recibís con las mismas quejas!

No se consideraba así como una ligereza indecorosa que las personas viejas y las de cierta edad bailaran un poco antes de sentarse a jugar a los naipes; esto era más bien considerado como una parte de sus deberes oficiales.

Y les faltaba poco, en su respeto, para arrodillarse ante el matador. Otros curiosos, de barba descuidada, vestidos con ropas viejas que habían sido elegantes en su origen, movían los rotos zapatos en torno del ídolo e inclinaban hacia él sus sombreros grasientos, hablándole en voz baja, llamándole «don Juan», para diferenciarse de la entusiasta e irreverente golfería.

Bonis llegó una hora antes del ocaso a una plazoleta que servía de quintana a varias casas de las más viejas, pero también de las de aspecto más noble; carretas apoyadas sobre el pértigo, como dormidas, entorpecían el paso; niños medio desnudos, sucios y andrajosos, sin nada en su cuerpo donde pudiera ponerse un beso, más que los ojos de algunos y las rubias guedejas de muy pocos, saltaban y corrían por aquella corralada común, que era sin duda para ellos el universo mundo.

¿Para salir al tejado? No tanto. Por aquí se sale á las almenas viejas, y por las almenas se entra en los desvanes, y por los desvanes se va á muchas partes. Por ejemplo, al almenar á donde cae la ventana del dormitorio del cocinero de su majestad. Pues no hay que preguntarme otra vez si quiero dijo Quevedo quitándose los zapatos. No dejéis aquí vuestro calzado, porque saldremos por otra parte.

No se oye más que el crujido de la rama muerta que se rompe y el zumbido del viento que se desliza silbando sobre la llanura desolada. La única verdura que se ve es la hiedra que extiende sus amplias alfombras por las paredes de las rocas, que se las adosa a los muros rústicos o envuelve con ellas el tronco de las viejas encinas.

Allí la riqueza está en todas partes, y sin necesidad de anunciarse con ostentación, todo el mundo la ve y la siente. Y las mujeres, ¿te han gustado? preguntó la condesa. Regla general contestó Rafael : todas las mujeres me gustan en todas partes. Las jóvenes porque lo son; las viejas porque lo han sido; las niñas porque lo serán. No generalices tanto la cuestión, Rafael; precísala.

El notario, que en su juventud había leído á Wálter Scott, experimentaba la dulce impresión del que vuelve á su país de origen al ver las paredes que rodean el templo, viejas y con almenas. La Edad Media era el período en que habría querido vivir.

Procure usted enterarse y se convencerá de que quien tiene motivo a quejarse, son las pobres criadas a quienes las asiladas tratan groseramente.... El médico se había ido exaltando al pronunciar estas palabras con acento de sinceridad. La duquesa sonrió dulcemente. Lo creo, lo creo, Iradier.... Las viejas solemos ser muy impertinentes.... ¡Oh, señora, eso es según!...

Todos tienen derecho á la vida, ya que nacieron; y del mismo modo que subsisten los seres orgullosos y humildes, hermosos ó débiles, deben seguir viviendo las naciones grandes y pequeñas, viejas y jóvenes. La finalidad de nuestra existencia no es la lucha, no es matar, para que luego nos maten á nosotros, y que á su vez caiga muerto nuestro matador. Dejemos eso á la ciega Naturaleza.

Palabra del Dia

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