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Actualizado: 27 de julio de 2025


Valencia. Octubre-Diciembre 1898. LOS MEJORES NOVELISTAS-LAS MEJORES OBRAS Director: VICENTE BLASCO IBÁ

En su lugar habiendo proveido A Sanabria el gobierno, va á Sevilla, Casóse, y el casamiento le ha impedido Que no pueda salir ya de Castilla: Que en breve se murió; y ha partido Con el resto de gente y la cuadrilla Que en armada Sanabria puesto habia, Entregada á la mar, Doña Mencía. Tomaron de la costa á San Vicente Después á San Francisco, estuvieron Algun tiempo viviendo alegremente.

Desde su llegada, la venerable dueña que regía el llavero en casa de la Lage no había cogido a solas a su hijo un minuto sin ceder a la comezón de tocar ciertos asuntos, que únicamente con varones graves y religiosos pueden conferirse.... Misía Rosario no lo iba a charlar con otras comadres envidiosas, eso no; por algo comía el pan de don Manuel Pardo; pero con la gente grave y de buen consejo, v.g., su confesor don Vicente el canónigo, y Julián, aquel pedazo de sus entrañas elevado a la más alta dignidad que cabe en la tierra, ¿quién le vedaba el gustazo de juzgar a su modo la conducta del amo y las señoritas, de alardear de discreción, censurando melosa y compasivamente algunos de sus actos que ella «si fuese señora» no realizaría jamás, y de oír que «personas de respeto» alababan mucho su cordura, y conformaban del todo con su dictamen?

D. Vicente de Nevellas y Domingues Bilbilitano, contiene en el libro II, la cuenta siguiente de los gastos de un auto de Navidad, probando que, desde el año 1487, del cual copiamos otra cuenta semejante, se había aumentado sobre manera el aparato escénico de esta clase de representaciones. Expensa ordinaria.

Creo que nos entenderemos, que viviremos como buenos cristianos, en santa paz. El señor Vicente entró a detallar su futura vida. Libertad completa para todos. Ellos tenían su llave, y él guardaba la suya. Cada uno podía entrar y salir cuando quisiera. No hacía falta llamarse mas que en casos de necesidad, como buenos hermanos. El se acostaba muchas veces cuando aún había sol en el horizonte.

Al llegar a la esquina del Alcázar dobló hacia la izquierda, y siguió caminando sin detenerse. Aislada entre las peñas y bañada por los últimos resplandores de la tarde, la basílica románica de San Vicente relucía cual cobrizo relicario; mientras los dos inmensos torreones de la puerta vecina se revestían de sombra cuasi nocturna.

No; mejor sería en su casa, completamente solos, sin la molestia de las miradas del público. Al presentarse el camarero con una gran bandeja en aquel piso alto donde ocultaban su felicidad, tuvieron que colocar sobre una mesilla del señor Vicente el solomillo con patatas, la merluza frita, el postre de pasas y almendras y la botella del vino.

¿No es un maestro el que habla?... Esa facilidad de Gutiérrez González no se desmentía un solo momento. Un día, su amigo Vicente X., lo encuentra a media noche, inclinado sobre el caño, expiando duramente las numerosas libaciones de una comida de donde salía.

Pudieran bien decir los doloridos, Estando en San Vicente reposados, Si nosotros no fueramos perdidos, Por ser de nuestra flota ya apartados, O fueramos de hambre consumidos, O muertos de los indios y acabados; Y cierto para haber de guarecernos El medio mas seguro fuè perdernos.

Quizá no se encuentre en ellas una sola escena, que pueda compararse á las más malas de Gil Vicente y de Torres Naharro. El verdadero siglo de la poesía dramática, que no puede florecer sin que le precedan la lírica y la épica, aún no había llegado para España.

Palabra del Dia

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