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Actualizado: 27 de julio de 2025
Gil Vicente, sin embargo, supo también imaginar una acción completa, y desenvolverla en todos sus detalles, como lo muestra la farsa titulada Inez Pereira, que viene á ser una exposición dramática del proverbio portugués Mais quero asno que me leve, que caballo que me derube.
Este probo, inteligente, noble, infatigable y decidido patriota, tuvo la desgracia de perder sus padres en la mas tierna edad. Estos fueron Juan Vicente y Maria de la Concepcion Palacios.
El señor Felipe de San Vicente, individuo del Consejo de las órdenes, Comisario de la Santa Inquisición y antiguo gentilhombre del Rey, recibió cordialmente al canónigo, tomándole una y otra mano en las suyas.
Comenzó entonces a hablar con gran soltura y elegancia, lamentando los estragos de la guerra, ensalzando la misión de la mujer, ponderando la virtud de la caridad con el fuego y el entusiasmo de Vicente de Paúl en persona. Currita le dijo sonriendo: Veo que no me he engañado al apelar a sus sentimientos de usted, y espero que nos enviará algún socorro para nuestros pobres heridos. ¡Oh!, sí, sí...
Mientras el rey revolvía sus planes de guerra á los moros, representaba Gil Vicente su Exhortaçao da guerra.
El mozo de Traiguerra que acometió a una vieja fea por suponerla el mismo demonio, después de oir un sermón de San Vicente, es absolutamente del mismo carácter que los posesionados del asuang referidos por el Sr. Villamor. ¿Y qué decir del patrocinio de San Isidro, invocado por los agricultores?
El señor Vicente irritábase contra esta imposibilidad de olvidar por unos instantes los asuntos del alma y las grandezas del cielo. Dicen que pienso demasiado, señor de Maltrana, y tal vez tengan razón. Hay noches en que la cabeza parece que me hierve, y no puedo dormir. El Malo me martiriza con imágenes infames.
Se comprendieron en esta desgracia, D. José Endeiza, D. Juan Blanco, D. Miguel Salinas, D. Juan Pedro Ximenez, D. Juan Vicente Larran, D. Domingo Pavia, D. Ramon Llano, D. José Cayetano Casas, D. Antonio Sanchez, D. Francisco Palazuelos, otros que no se conocieron, y cinco negros.
Pedro González de Mendoza. Fiestas y diversiones poéticas en la corte de Juan II. La comedieta de Pouza. Las estrofas de Mingo Revulgo. Poesías dialogadas de El Cancionero general. Leyes contra la representación de dramas en las iglesias. 213 CAPÍTULO V. España á fines del siglo XV. Juan del Encina. La Celestina. Gil Vicente. 251 CAPÍTULO VI. Torres Naharro.
El que ha pasado por ese trance, sabe que no es el más a propósito para entregarse a la improvisación poética... Sin darse cuenta de lo que Gutiérrez González hacía, pero reconociéndolo, el amigo se le acerca y le pregunta naturalmente: ¿Qué estás haciendo, Gregorio? Déjame, por Dios, Vicente, ¡Que estoy pasando actualmente Las penas del Purgatorio! contesta en el acto el incorregible poeta.
Palabra del Dia
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