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Actualizado: 12 de julio de 2025


Al verlos desgarrarlas con los dientes y soplar al mismo tiempo para no quemarse, Miguel sintió los ojos húmedos. Uno de los pinches colocó sendas rebanadas de pan al lado de los platos. A ver dijo Miguel, que traigan dos copas de Jerez.

El rey se queda solo, y se conduele de los cuidados que afligen á los soberanos. Segundo canto del coro sobre la dicha humana. Acto tercero: Aparece Inés con sus tres hijos, y cuenta llena de horror que ha tenido un sueño, en que le pareció verlos devorados por tres leones. El coro le descubre lo que se ha resuelto acerca de ella, y aumenta así su pena.

Esta mujer ha debido de encontrar, yendo á la fuente, á tía Nisca y á su marido. Quizás al verlos caminar silenciosa y tristemente hacia su casa, ha recordado esa estrofa que, por otra parte viene como de molde para dar fin á este cuadro, porque precisamente es la síntesis de él. Qué linda está usted hoy, Teresa! ¡Vaya! Es la pura verdad.

Póngalos usté de pies a cabeza como un sol de mayo en cuanto se tiran de la cama todos los días, para verlos como usté los ve a la media hora... y si no hay escuela como hoy, por ser jueves, cosa es de no poder mirarlos ni aguantarlos. ¡Señor y Padre celeste, qué criaturas!... Pero estén ellas en buena salud, que es lo que importa, y lo demás ya se irá arreglando con el tiempo. ¿No es verdad?... Vaya, ahora venga acá y arrímese a la mesa... y perdone la miseriuca por la buena voluntad conque se la ofrezco a falta de cosa mejor

Dejó trascurrir algunos días sin repetir el experimento. Y cuando pensó que había desaparecido tal estado de ferocidad, una mañana antes de almorzar, hallándose el Clavel en el regazo de su ama dormitando, se presenta en el gabinete con los cartoncitos en la mano. Verlos el Clavel, lanzarse sobre el sabio a hincarle los dientes en la mano pecadora, fue una misma cosa.

No por esto los espedientes se despachaban, al contrario, hacían volver á todos para el día siguiente, pero el público no podía enfadarse: se encontraba con unos empleados muy corteses, muy afables, que les recibían y les despedían con grandes saludos á la francesa: los empleados se ensayaban, sacudían el polvo á su francés y se lanzaban mútuamente oui monesiour, s'il bous plaît, y ¡pardon! á cada paso que era una felicidad verlos y oirlos.

El segundo, un jurista muy aficionado a los estudios penales y que había publicado ya varias monografías referentes a ellos. Levantose el P. Gil al verlos. Ellos le saludaron cortésmente, aunque sin darle la mano. Bueno; ahí les dejo a ustedes con el pater dijo el llavero con grosería. Avisen ustedes cuando quieran salir. Y se fue.

Esta era la preocupación de Gallardo. Antes cifraba una de sus vanidades en no ocuparse de ellos, y jamás iba a verlos en la plaza antes de la corrida. Yo mato too lo que me echen decía con arrogancia. Y conocía por primera vez a los toros al verlos salir al redondel. Ahora quería examinarlos de cerca, escogerlos, preparando el éxito con un estudio detenido de sus condiciones.

A lo que él respondió, con aire picaresco: ¡Jem! ¡Jem! No lo . Pudiera ocurrir. Después contempláronse riendo, y las niñitas vestidas de azul, de verlos reír, reían, y en su rincón reíanse también a su manera, los canarios. Dicho sea entre nosotros, creo que el olor de las cerezas las había embriagado a todos una miajita. Cuando salimos el abuelo y yo, caía la tarde.

La primera impresión, al llegar Lúzaro, fué un gran asombro, al ver lo insignificante de los muelles, de la ciudad, del río. ¡Me parecía tan pequeño, tan desierto, tan triste! Me había figurado grande la entrada del puerto; hermoso, el río; anchos, los muelles, y al verlos quedé asombrado; me parecieron de juguete. No vale la pena de vivir aquí me dije al llegar.

Palabra del Dia

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