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Actualizado: 6 de junio de 2025
Viendo D. Alvaro este gran desorden, hizo echar bando que cualquiera que matase uno destos que se iban al campo de los turcos, le diesen seis escudos, y así mataron algunos, y así no se huían tantos, y acaeció alguna vez que yendo á matar á los que se iban huyendo desta manera, los que iban tras ellos con sus armas para matallos, se huían también y se pasaban á los turcos, y había muchos que deseaban esta ocasión para huirse; y como los turcos vieron que los cristianos mataban aquéllos que se pasaban á su campo, en saliendo alguno, venían prestamente á defenderle, y al que tomaban á la hora le vendían, y ningún día había que entre día y noche que así de las galeras como del fuerte no se huyesen de 25 hasta 30 hombres, y destos, porque los turcos tenían relación cada hora de lo que se hacía de dentro del fuerte y en las galeras, y habían de mar y tierra aviso de todo, y la causa porque se huían era porque no les bastaba el agua que les daban, y porque era salada y les ponía más sed, y eran forzados de escoger este partido de irse con gran peligro de su vida á beber del agua de la gruta, la cual asimismo era salada, mas tan fresca, que con todo eso bebían hasta hartarse; mas pocos de éstos escapaban, y tenían por menos mal éstos ser captivos, que verse morir sin tener otro remedio, y no había día que por falta del agua de los enfermos y heridos no muriesen 25 ó 30 personas, y vinieron á comer los asnos y los caballos de una compañía que allí quedó, de la cual era capitán Bernardo de Quirós, y asimismo comieron los camellos que habían tomado á los moros, y una gallina se vendía por siete escudos, y no se hallaba, para los enfermos y heridos, y un cuartucho de agua de la cisterna se vendía, vez había, por medio escudo ó uno de oro.
¡Oh!, mil y mil gracias, señor ministro dijo don Simón cayéndosele la baba ; pero yo no merezco ese concepto... ¡Vaya si le merece usted! replicó S.E. con una sonrisilla y un retintín que acabaron de emborrachar a don Simón; retintín y sonrisa que en aquel personaje y en aquella ocasión venían a significar un pensamiento que podía traducirse en estas palabras: ¡Qué hermoso suizo!
Acudí luego a desatar el lienzo, en el cual vi un nudo, y dentro dél venían diez cianíis, que son unas monedas de oro bajo que usan los moros, que cada una vale diez reales de los nuestros.
Tal era el modo como las habian dispuesto los franciscanos, con el objeto de estar á la mira de todos los pasos de los indios, y de poder velar sobre sus acciones. En aquel entónces, los comerciantes que venian á la provincia, estaban obligados á hospedarse en el convento para efectuar sus trueques en presencia de los religiosos.
¿Más?... El príncipe la miró con asombro; pero Alicia se apresuró á decir que era un consejo lo que solicitaba. La guerra había trastornado su existencia con una rapidez asombrosa. Los valores sociales estaban invertidos: las fortunas que parecían más sólidas se venían abajo. Esto pasará, ¿no es cierto?... Es imposible que dure. Sí, es imposible dijo él con gravedad.
Finalmente, los vencedores no se mostraron demasiado tiranos, y el orden se restableció gracias a la llegada oportuna de las señoritas de Meré, que venían acompañadas de María Josefa y de Paco Gómez. Las autoras y únicas responsables de todo aquello habían sacado el fondo del cofre.
Cuando se suelte del pié derecho, murmuró el cochero ahogando un suspiro, le daré mis caballos, me pondré á su servicio y me dejaré matar... El nos librará de los civiles. Y con mirada melancólica seguía á los tres reyes que se alejaban. Los muchachos venían despues en dos filas, tristes, serios como obligados por la fuerza.
E otrosí los judios vestidos como cristianos danzando, é bailando con cintas de plata ceñidos, é sus juglares delante dellos, é ansí todos los dias de la dicha fiesta venian a por las calles faciendo sus alegrias, fasta entrar en los palacios del dicho Señor Rey.»
Mas este otro tiene aviso Del caso, y con presteza dále caza: Y préndele al punto de improviso, Y la cabeza cortánle en la plaza. Al tiempo que cortar se la querian, A sus hijos habló que allí venian.
De los demás ingenios cuyas obras se leen en el libro de Juan Alfonso de Baena, judío converso, nada diré porque eran cristianos todos, i venian tambien de padres cristianos.
Palabra del Dia
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