Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de junio de 2025
El alférez y Velludo se miraron con asombro. Juan Montiño había crecido para ellos dos palmos. En cuanto al hostelero, se había avanzado á un corredor exclamando: Inesilla, hija, despierta y vístete y ponte maja, que tres gentileshombres te favorecen queriendo que tú los sirvas. Al momento viene, señores. Vamos á la sala azul.
Me habéis prometido no desenvainar la espada, señor alférez dijo Juan Montiño. Es verdad que os lo he prometido, aunque no es la costumbre: los padrinos siempre riñen. Lugar tendréis de reñir si me matan; pero entremos bajo techado, porque llueve muy bien. Eso es: en estas casas hundidas han quedado algunas habitaciones en pie. ¿Estáis ahí, amigo Velludo? Aquí estoy. ¿Habéis traído linterna?
Todos ellos, musculosos y bien plantados, con ojos azules y bigotes rubios, llevaban medallas ocultas. Uno le había regalado la suya, comprada en una peregrinación á Santa Ana de Auray. Caragòl la mostró sobre su pecho velludo. Sentía una fe reciente en los prodigios de esta imagen «extranjera». Van á miles los peregrinos á su santuario, capitán.
Cerca de la puerta volvió todavía la cabeza, iniciando un retroceso hacia el camarote del capitán. ¡Ulises!... ¡Ulises! gritó. Crea en Dios, señora dijo otra vez Caragòl, mientras la empujaba con su vientre flácido y su pecho velludo. Un propósito caritativo llenó su pensamiento. Tenía el remedio para el dolor de esta mujer hermosa, que la desesperación había hecho más interesante.
¡Ta! ¡ta! ¡ta! dijo el bufón, mientras Juan Montiño, el alférez Saltillo, Velludo, el cocinero mayor, los hombres que conducían el bulto y los dos soldados de la guardia española, entraban en la hostería de donde habían salido los tres jóvenes ; mucho será que el misterio de ese nacimiento no se aclare esta noche para el señor don Juan Girón y Velasco. ¡Pobre Dorotea! todo la viene mal: el don Juan, al saber quién es, puede suceder que la desprecie. ¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío! ¡hay criaturas que nacen maldecidas!
En el fondo estaba el altar, y en su parte baja, detrás de un vidrio, admiraban los devotos un verdadero interior de museo de figuras de cera. San Ignacio tendido en una colchoneta leía un libro, vestido con gregüescos y capotillo de vueltas de velludo como un galán del teatro clásico. Una batería oculta de luces eléctricas iluminaba esta exhibición de feria.
Vestía una gorra de velludo con presilla de acero, un coleto de ante, cruzado por una banda roja, una loba abierta de paño burdo que dejaba ver el coleto, la banda y un ancho talabarte de que pendía una enorme espada, unas calzas rojas imitadas á grana, y unos zapatos altos.
Y allí, delante del pobre Shumarkoff, salían del monte helado los colmillos, gruesos como troncos de árboles, de un animal velludo, enorme, negro. Como vivo estaba, y en el hielo transparente se le veía el cuerpo asombroso. Cinco años tardó el hielo en derretirse alrededor de él, hasta que todo se deshizo, y el elefante cayó rodando a la orilla, con ruido de trueno.
Don Bernardino de Cáceres y su padrino. Creo que podemos empezar cuanto antes dijo don Bernardino desnudando la espada y tomando la linterna de mano de su padrino. Por nosotros no hay inconveniente dijo el alférez, dando su linterna á Juan Montiño . Pero antes de empezar debo advertiros una cosa, amigo Velludo. ¿Qué? Nosotros no reñiremos. La costumbre es que los padrinos riñan.
¿Quieren vuesas mercedes algo más que les sirva? Nada más. Pues que Dios guarde á vuesas mercedes. Y la muchacha salió. Amigo Velludo, no juguemos dijo el alférez. ¿Por qué? Esta muchacha es honrada y quería bendiciones. Bendígala Dios, y paso. Hablemos de nuestro amigo, ya que hemos quedado solos. Y se pusieron á charlar y á aventurar deducciones.
Palabra del Dia
Otros Mirando