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Actualizado: 5 de junio de 2025
Hizo un elogio vehemente de las poesías de su ilustre visitante, declarando que jamás en su existencia había conocido nada comparable á ellas, y que ninguno de los poetas de su país podría igualarse con Momaren.
»Una vez leí que el amor no es uno solo, y me pareció que el escritor mentía o se equivocaba, pues yo creía que no hubiese más que un modo de amar. No: el escritor tenía razón. El efecto de entonces no se parece al tumulto de hoy: Luis, que tenía más experiencia que yo, lo sabía y no se contentaba con lo que yo le daba. Dudaba de mi amor porque no lo veía impetuoso y vehemente.
¡Oh, señora Percival! exclamé, dominado por un súbito estallido de pasión le aseguro... le confieso que siempre he amado a Mabel... que ahora la amo tierna, apasionadamente, con todo ese vehemente ardor que un hombre sólo siente una vez en su vida. Ella me ha juzgado mal. He sido yo el culpable, porque he estado ciego, he procedido neciamente y jamás he leído el secreto de su corazón.
Los muertos habían conocido la dicha mucho antes; ahora les tocaba el turno a ellos, y debían aprovecharse de la buena suerte. Feli, vida mía exclamó Maltrana con su vehemente exageración , ríete de los muertos; no nos odian, nos envidian. Grita conmigo: ¡viva el amor!...
Allí, las fiestas son un conjunto curiosísimo de corridas de toros, bailes, paseos, representaciones dramáticas, rifas y juegos, canciones patrióticas, banquetes y meriendas, conciertos, exhibiciones, peroratas, etc., etc. Pero todo es popular y público, todo es gratúito, pasajero, y como todo lo pasajero original, vehemente y febril.
Ferpierre se calló otra vez un momento para dar a Vérod tiempo para decir algo, y luego, como éste siguiera silencioso, continuó: El Príncipe no podía querer la muerte de la Condesa cuando volvía a amarla, con un amor vehemente y tímido a la vez, que obligaba, a un rebelde como él, a desistir de su propaganda revolucionaria, a renegar de su pasado, de su fe política, de sus cómplices.
Vi sus hermosos ojos brillar con una expresión de orgullo y bravura que me conmovió hondamente. El alma vehemente, apasionada, de aquella mujer despertaba en la mía energía que no sospechaba existiesen. Le apreté la mano con fuerza. En aquel instante no temía a nadie en el mundo, incluso al Naranjero. Luego que me separé de la reja y entré en mi casa, ya fue otra cosa.
Descubrí el de la luz, descubro hoy otro.... ¿Es posible que tú, tan hermosa, tan divina, seas para mí? ¡Prima, prima mía, esposa de mi alma! Parecía que iba a caer al suelo desvanecido. Florentina hizo ademán de levantarse. Pablo le tomó una mano; después, retirando él mismo la ancha manga que lo cubría, besole el brazo con vehemente ardor, contando los besos.
Este aserto es exacto, porque sus composiciones religiosas más perfectas respiran esa sagrada unción, propia sólo del sentimiento más íntimo y vehemente de lo eterno.
Y toda la avalancha retrocedía, empujando de nuevo a los transeúntes, ganosa de salir al encuentro de los que llegaban por la parte opuesta. Era un deseo vehemente de encontrarles lo más lejos posible del Hospicio, de ganar algunos segundos, de prolongar la rápida entrevista, en la que habían pensado días enteros.
Palabra del Dia
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