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Actualizado: 25 de octubre de 2025


Si ese cordon de montañas francesas cerraba graciosamente el horizonte del lado occidental, el cauce del Rin, cuyo panorama abarcábamos perfectamente con la vista, á causa de la elevacion de la línea del ferrocarril, nos presentaba un vasto paisaje lleno de melancolía y vaguedad en sus accidentes y contornos.

En cuanto a la tercera, Nucha, asemejábase bastante a la menor, sólo que en feo: sus ojos, de magnífico tamaño, negros también como moras, padecían leve estrabismo convergente, lo cual daba a su mirar una vaguedad y pudor especiales; no era alta, ni sus facciones se pasaban de correctas, a excepción de la boca, que era una miniatura.

Siguió tirando de aquella mano, y fue condensándose la vaguedad del rostro, hasta reconocer a Pablo Valls inclinado sobre él, moviendo los labios como si murmurase palabras cariñosas que no podía oír. «¡Otra vez!... ¡Siempre el capitán apareciendo en sus deliriosSumióse de nuevo el enfermo en su inconsciencia después de esta rápida visión. Ahora su sopor era más tranquilo.

Avanzaron unos arrastrando los pies, otros con saltitos de pájaro, alguno con los ojos muy abiertos, mostrando en las pupilas la vaguedad de la ceguera senil, todos temblorosos de frío, con el cuerpo forrado de bayeta amarilla y la gorra calada sobre dobles pañuelos arrollados a las sienes. Era la vieja guardia corriendo a morir junto a su ídolo.

Yo diré sólo que la novela me agrada y que la he leído dos veces, con interés creciente, aumentado por la misma indeterminada vaguedad del misterioso pensamiento de Quitolis.

Esta piedad había hecho que en un principio mirase el hermano Tiburcio con repugnancia y hasta con horror al Padre Ambrosio por la fama que con vaguedad le acusaba de hechicero; mas vencida al cabo la repugnancia, la doctrina del Padre Ambrosio penetró con ímpetu en el espíritu del hermano Tiburcio, arrollando toda contradicción y produciendo allí vivísima fe y devoto entusiasmo.

Bonifacio Reyes era admirador del arte en todas sus manifestaciones, según él se decía; y aunque la música era la manifestación predilecta, porque le llegaba más al alma, con una vaguedad que le encantaba y que no le exigía a él previo estudio de multitud de ideas concretas que debían de andar por los libros de facultad mayor; y aunque la susodicha música era el arte que él mejor poseía, merced a sus estudios de solfeo y de flauta, no había dejado de ejercitarse en una u otra época de su vida, sin pretensiones, por supuesto, en cuanto mero aficionado, en otros medios humanos de expresar lo bello.

Más adelante, cuando se vio sola, se detuvo, y poniéndose el dedo en la frente y clavando los ojos en el suelo con la vaguedad que imprime a aquel sentido la duda, se hizo esta pregunta: ¿Pero yo estoy alegre o estoy triste

El me dijo que iba á sacarme de allí, que quería hacerme feliz. Me dió mucho miedo. Decía todo esto con una vaguedad que indicaba cuán débiles estaban sus facultades mentales. Me dió mucho miedo continuó; aún me parece que le estoy viendo. Al principio pensé que me iba á matar; pero ... no me mató. Dijo que me quería llevar consigo; que él me quería ver feliz ... Me había escrito una carta.

La segunda división, en divinas y humanas, no es tampoco más ingeniosa ni más exacta. Para hacerla no se ha tenido en cuenta la índole religiosa ó profana del asunto; y como este criterio es por instable y arbitrario, salta á los ojos la vaguedad de tal denominación, y lo imposible que es diferenciarlas por completo.

Palabra del Dia

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