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Actualizado: 7 de octubre de 2025


Por toda respuesta, se inclinó hacia la pequeña mano que le tendían y la rozó suavemente con sus labios. La joven corrió hacia la puertecilla del parque y antes de atravesar sus umbrales se volvió hacia Delaberge y le sonrió gentilmente. En seguida desapareció.

que ha traído, señor Delaberge respondió el Príncipe que, al fin, se decidió a abandonar los umbrales de la puerta. Hay un telegrama para usted. Con tardo paso, se dirigió hacia una pequeña vitrina, fijada en la pared y en la cual se guardaban las cartas que llegaban dirigidas a los viajeros. Abrióla y entregó a su huésped un pequeño pliego.

Ah! la bondadosa Providencia habrá colocado al borde de la tumba aquellas santas inspiraciones, como heraldos que nos avisarán de que íbamos á pisar los umbrales de la eternidad!.... Una clasificacion de acciones. Los actos prácticos del entendimiento son los que nos dirigen para obrar: lo que envuelve dos cuestiones: cuál es el fin que nos proponemos, y cuál es el mejor medio para alcanzarle.

Pero dentro, muy dentro; aislada del alcázar ruidoso por cubiertos canales, oculta a la mirada vulgar como la «perdida iglesia» de Uhland en lo esquivo del bosque al cabo de ignorados senderos, una misteriosa sala se extendía, en la que a nadie era lícito poner la planta, sino al mismo rey, cuya hospitalidad se trocaba en sus umbrales en la apariencia de ascético egoísmo.

Vuestro nombre será borrado de los registros de la orden y os queda prohibido volver á pisar los umbrales de la abadía y entrar en ninguna de las granjas y posesiones de Belmonte.

No había guardia, ni portero, ni criados que impidiesen la entrada, y la chica, que no era corta, y que además sentía el estímulo de la curiosidad y el deseo de albergarse y de comer algo, traspasó los umbrales, subió por una ancha y lujosa escalera de bruñido jaspe, y empezó a discurrir por los más ricos y elegantes salones que imaginarse pueden, aunque siempre sin ver a nadie.

Únicamente Magdalena se incorporó como disponiéndose a recibir la visita del Señor. Entró el sacristán con la cruz, luego los monaguillos con la vela en la mano, y por fin el venerable sacerdote portador del santo Viático. Padre mío dijo Magdalena, los pensamientos pecaminosos pueden llegar a combatir nuestra alma hasta los umbrales de la eternidad.

Veía á los niños del pueblo ora sobre la hierba que crecía en las aceras de las calles, ya en los umbrales de las puertas de sus casas, jugando de la manera que les permitía su educación puritana, esto es: jugando á ir á la iglesia; ó á arrancar cabelleras en simulacro de combates con los indios; ó bien asustándose mutuamente con algo en que trataban de imitar actos de hechicería ó brujería.

A mediados del siglo pasado, en una plaza de Madrid, formando rinconada con un convento, claveteada la puerta, fornido el balconaje y severo el aspecto de la fachada, se alzaba una casa con honores de palacio, a cuyos umbrales dormitaban continuamente media docena de criados y un enjambre de mendigos que, contrastando con la altivez del edificio, ostentaban al sol todo el mugriento repertorio de sus harapos.

Sevilla entera se alegró; dio un suspiro de descanso, exclamando: ¡Al fin la hemos casado! Aquí dan comienzo las desdichas del héroe de nuestra historia. Tan pronto como la noble doncella andaluza pisó los umbrales de la casa de Rivera, tomó las llaves de los armarios y se encargó de su dirección, tuvo a bien arrojarle el guante.

Palabra del Dia

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