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Actualizado: 10 de julio de 2025
La mujer de Pep y su hijo pasaron insensiblemente delante de ellos, y al quedar solos los dos en la senda, acabaron por detenerse sin saber lo que hacían. ¡Margalida!... ¡«Flor de almendro»!... ¡Al diablo la timidez! Febrer se sintió arrogante y triunfador, como en sus buenos tiempos. ¿Por qué aquel miedo?... ¡Una payesa! ¡una chiquilla!...
Así en otros tiempos en circo estendido El fuerte guerrero yacia caido Y el carro que hollaba seguir triunfador. Sin poder determinar de dónde, recuerdo haber tomado el fondo de esta imágen de un escritor contemporáneo. Creo que de Nodier. Y sus puras palabras Al tiempo de verterlas, Se convierten en perlas En la urna funeral.
Unicamente las grandes almas, capaces de juzgarse á sí mismas, sienten el placer del perdón. «Conozco vuestro carácter dice el noble Andrés Jossan, protagonista triunfador de «La Castellana», á Gastón la Rive, vencido, envidioso y artero; lo conozco muy bien; «lo he tenido»...
Pasaba el día pensando en su Tónica; abandonaba la tienda a las horas en que aquélla tenía que salir por algún encargo de sus parroquianas, y por la calle iba al lado de ella, orgulloso como un triunfador, temiendo que le viera la mamá y deseando al mismo tiempo encontrarse con sus hermanas, para que éstas aprendiesen «a distinguir» y no le tuvieran por un pazguato incapaz de tener novia.
El Magistral iba presidiendo el duelo de familia: no era pariente del difunto, pero le había sacado de las garras del Demonio, según Glocester, que se quedó en la sala capitular murmurando. «Aquello más que el entierro de un cristiano fue la apoteosis pagana del pío, felice, triunfador Vicario general». En efecto, el pueblo se lo enseñaba con el dedo: «Aquel es, aquel es, decía la muchedumbre señalando al Apóstol, al Magistral».
Y con las gafas caladas iba deletreando la historia de cada héroe pecuario. «Diamond III, nieto de Diamond I, que fué propiedad del rey de Inglaterra, é hijo de Diamond II, triunfador en todos los concursos.» Su Diamond le había costado muchos miles; pero los caballos más gallardos de la estancia, que se vendían á precios magníficos, eran sus descendientes. Tenía más talento que algunas personas.
Renuncio á describir las mil manifestaciones frenéticas que constituyen la ovación del triunfador salvaje; como renuncio á pintar el sereno orgullo de aquel bello demonio, de aquel majo que reune en su persona, para las mujeres de cierta condición, el ideal del valor y la galantería. ¡Ay del Espada si la suerte le es adversa!
Lo que sí parece destinado á eclipsarlos es el diario de la expedicion al Colorado y al Rio Negro, al mando del Ilustre General ROSAS, que ha recorrido en triunfador los mismos parages descriptos por Falkner.
Pero el médico, transformado ya en un hombre impetuoso y triunfador, aseguró, audaz: Tú ya no tendrás miedo a nada...; tú serás mi mujercita..., mi gloria, y ya nadie jamás podrá dañarte, ni perseguirte, ni hacerte llorar...; ¿no sabes que vamos a la paz y a la dicha?...; ¿no sabes que vamos a Luzmela?
Nadie subía por ellas; todos los carruajes pasaban sin detenerse. De pronto, tuvo la sensación de que alguien se aproximaba á sus espaldas. Percibió un leve paso, y al volver la cabeza vió á una mujer enlutada. Todo lo olvidó: la larga espera, las dudas, la fatiga del interminable plantón, recobrando de golpe su regocijo de triunfador.
Palabra del Dia
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