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Actualizado: 4 de junio de 2025


El buho, de mucho tamaño y hermoso plumaje. Las trepadoras están representadas por una numerosa variedad de papagayos, cotorras, carpinteros y otras; la más notable es el loro llamado de siete colores, en el que sobresale el encarnado; es pequeño, pero de hermoso aspecto por la firmeza y brillantez de su plumaje.

Las plantas trepadoras enroscaban sus verdes ondulaciones en las columnas de los claustros, llegando hasta los arcos de herradura. Los mausoleos, las imágenes yacentes, los ángeles de mármol, en medio de las platabandas de tupida vegetación, parecían estatuas de jardín.

Después, marchando adelante en fila, nos abrimos camino con dificultad a través de las altas malezas, pastizales, gigantes helechos y enmarañadas trepadoras, avanzando lentamente hacia el puente señalado.

El visitante puede hacer un verdadero estudio de la botánica cosmopolita, siguiendo paso á paso los grupos científicamente preparados al aire libre ó en invernáculos, dentro de las aguas de los estanques pintorescos de agua dulce ó marina, ó sobre los emparrados, enrejados y techos que les dan protección á las lianas, enredaderas parásitas y plantas trepadoras de todo género.

Aunque ya no se oían los gritos de los arfakis, siguieron corriendo durante una hora, internándose cada vez más en la tenebrosa selva. Detuviéronse a descansar en medio de un matorral de plantas trepadoras. ¿Crees que nos seguirán tus enemigos? preguntó Horn al papú. Están amedrentados por las armas de fuego contestó el interpelado. ¿Y qué has hecho? ¿De dónde vienes? ¿Quién eres?

Las plantas trepadoras se enlazan en los fustes de mármol, las flores llenan el reducido espacio con su perfume penetrante, y el agua, poco abundante, pero distribuida con el mayor arte, cae como perlas sonoras en el vaso de la fuente.

Por entre espesos matorrales, lo conduje a la base de la pendiente escarpada, al pie de la cual reposaba el agua profunda semejante a un espejo obscuro. Allí, los árboles de anchas hojas y toda clase de plantas trepadoras formaban, al engancharse a una salida de la roca, una cuna natural, donde había sombra aun en pleno mediodía. Allí fue donde le hice entrar. ¡Mil truenos!

Los gorriones perseguíanse en la doble escalinata de la iglesia, y revolando de ciprés en ciprés, iban á posarse sobre la estatua de mármol de San Ignacio. A ambos lados de la avenida que da acceso al monasterio, dos paseos cubiertos de plantas trepadoras, dos túneles de hojarasca, ofrecían su fresca sombra de tonos verdosos.

Había allí, en medio de una encrucijada en forma de estrella, un pabellón rústico, adornado su exterior por multitud de plantas trepadoras. El interior estaba decorado con sencillez y eran sus muebles de una elegante rusticidad. Por los ventanales del pabellón cuya luz tamizaban las plantas que a medias los cubrían, distinguíanse hasta perderse de vista las verdeantes avenidas del parque.

Abriéndose paso a través de las yerbas y de las plantas trepadoras, y avanzando con gran precaución y deteniéndose a cada paso a escuchar, para no caer en una emboscada, los náufragos se acercaron a la ribera arrojando una detenida mirada al río. No vieron a nadie: ni a los piratas, ni a sus misteriosos enemigos, pero vieron claramente las huellas de un encarnizado combate.

Palabra del Dia

rigoleto

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