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Actualizado: 7 de julio de 2025


Pero como si el tren de Salamanca hubiera estado aguardando á que nos fuese grata la permanencia en la Estación de Medina para decir «¡Vámonos!», la campanilla, y el pito, y las voces de los empleados nos sacaron en esto de la contemplación de tan venerables ruinas y de sus grandes recuerdos históricos, obligándonos á correr más que aprisa hacia el andén, del cual nos habíamos alejado insensiblemente.

La Mezquita-catedral. Curiosidades. De Córdoba a Baylen; Andujar. Eran las siete de la mañana cuando tomábamos el tren del reciente ferrocarril que pone en comunicacion a Córdoba con Sevilla. Por primera vez se iba á ensayar el trayecto comprendido entre la pequeña ciudad de Lora, no muy lejana de Sevilla, y Córdoba.

¡Sorpresa la nuestra, querida...! Llegamos a la estación, nos apeamos del tren y ni un alma que nos los buenos días. Pues señor, ¿qué hacemos...? La carta sin duda no ha llegado a sus manos, nos dijimos. ¡Ni un coche siquiera por allí! Era necesario pasaros un recado y esperar más de una hora.

El tren se detuvo un momento al tocar en Tirlemont, pequeña ciudad de poco mas de 12,000 almas, que tiene cierto aire de alegría, no obstante la línea de sus murallas ó fortificaciones, cuya circunferencia mide un miriámetro; siendo de notar que, por una prevision poco comun, dejaron entre la ciudad y sus murallas un vasto espacio circular que se presta al cultivo y está cubierto de huertos y graciosas sementeras.

Allí podemos verla de paseo amatorio, por la tarde, en la primavera, bajo las sombras paradisíacas de La Alhambra; ó en excursión higiénica, el verano, al amanecer, por la amenísima y misteriosa cuenca del Dauro ó Deoro, en busca de la fuente del Avellano; ó, en tren de merienda, por las fértiles huertas de los Callejones de Gracia, con presupuesto de cerezas, habas verdes ó lechugas, para engañar unos típicos bollos de pan de aceite.

El tren rodaba en medio de las tinieblas de la campiña con la rapidez del huracan, y en breve comprendí, por la inmensa iluminacion que brillaba en el fondo del valle del Sena, que estaba á las puertas de Paris y habia terminado mi viaje. PRESENTE Y PORVENIR DE ESPA

Ordinariamente, el viejo Alain la sigue á alguna distancia; otras veces no lleva más compañero que el enorme y fiel Mervyn, que alarga el paso al lado de su bella ama, como un oso pensativo. Con este tren se va á correr por todo el país vecino aventuras de caridad.

¡Boooletos! gritó el jefe de tren, con innecesaria voz de trueno, cual si su autoridad se fundara acaso en eso, como la de los discutidores empedernidos que gritan demasiado, porque ignoran que no se gana la razón por la altura de la voz sino por la del concepto, como ignoraba aquél que para obtener las boletas pedidas le bastaba la gorra y el sacabocados.

Es más: hasta notaba cierto encogimiento humilde en los representantes de la religión cuando se encaraban con la ciencia; un deseo de agradar, de no ser rechazados, de infundir simpatía con soluciones conciliadoras para que el dogma no quedase en tierra privado de asiento en aquel tren de rapidísima marcha que llevaba a la humanidad hacia el porvenir con el vértigo de los nuevos descubrimientos.

La Cámara de Diputados: Gambetta. El Senado: Simon y Pelletán. El 14 de Julio en París. La revista militar: M. Grévy. Las plazas y las calles por la noche. La Marsellesa. La sesión anual del Instituto. M. Renán. A mi vez, pero con toda tranquilidad, tomo el tren una linda mañana, y empezamos a correr por aquellos campos admirables.

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