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Actualizado: 1 de julio de 2025


Pero el ave guiadora, la abeja reina de aquel bando o enjambre era la esposa de Reynoso. ¡Cuánto rió, cuánto chilló, cuántas travesuras hizo aquella linda criatura! Gustavo Núñez no se apartaba de ella, sirviéndola de espolique y fiel escudero, porque caminaba a pie como la mayoría de los hombres, mientras las damas iban sentadas sobre los clásicos borriquitos.

Unas representaban la vida de Napoleón I, desde Toulon a Santa Elena; otras, las aventuras de Matilde y Malec-Adel; otras, los lances de amor y de guerra del Templario, Rebeca, Lady Rowena e Ivanhoe; y otras, los galanteos, travesuras, caídas y arrepentimientos de Luis XIV y la señorita de la Valière.

En cierto paraje del camino donde había tres enormes piedras blanquecinas y carcomidas que parecían huesos de gigantescos animales, el doctor se sentó, y poniendo delante de en pie a la Nela, como quien va a pedir cuentas de travesuras graves, tomole ambas manos y seriamente le dijo: ¿Qué ibas a hacer allí? ¿Yo... dónde? Allí. Bien comprendes lo que quiero decirte.

Apesar de esto, no despertó rencores, ni antipatías; había en su rostro expresivo cierta nobleza que atraía generalmente, y en sus travesuras nunca dejaba de hallarse alguna gracia: así que, los profesores, aunque le castigasen con dureza, no dejaban muchas veces de reírse y de celebrar al hallarse reunidos «la buena sombra de aquel muchachoEl único que le odió cordialmente desde su entrada, fue el famoso Pppsicología, el eterno y asendereado opositor.

Las estrellas, si resplandecían en el éter infinito, vertían muy débil luz sobre la tierra. Acrecentaban la oscuridad, en el punto en que ambos se encontraron, algunos frondosos árboles que allí había y el alto vallado de zarzamoras y de otros arbustos que se extendía a un lado y a otro por casi todo el camino. Juanita era muy distraída e iba además pensando en sus travesuras de muchacha.

Muy cierto es todo eso, mi buena amiga, respondió el magnate, pero tened en cuenta que es muy joven, llena de vida y salud, traviesa y alegre como una niña y que tiempo hay para todo. Sus travesuras van siendo graves por demás y demandan de vos severa corrección. No querréis decir seguramente que llegue yo á levantarle la mano.

Parecía haber en él dos tipos distintos: uno para la tarea, otro para las travesuras; y diríase que, como correspondiendo a estos dos seres, tenía dos fisonomías diversas.

Parece que había en todo esto algo de orgullo de familia. El mi padre era un vándalo de D. Fadrique casi sonaba en sus labios como alabanza. D. Fadrique, educado en el lugar y del mismo modo que su padre, D. Fadrique cerril, hubiera sido más vándalo aún. La fama de sus travesuras de niño duró en el lugar muchos años después de haberse él partido á servir al Rey.

Era un hombre pequeño, encorvado, de cabeza blanca, miserablemente vestido, con un sombrero blando, grasiento, de color gris, echado a un lado; un verdadero florentino típico del pueblo. En los mercados lo conocían con el nombre de «Babbo Carlini», según supe después, y las cocineras y sirvientas encontraban placer en hacerlo el blanco de sus travesuras y bromas.

Siempre que he oído a una mujer hablar de las intrigas galantes, de los enredos y travesuras de las otras, he visto que de ella decían las otras mil veces más. Y en los labios de todo aquel de quien me han referido mil horrores por su conducta poco limpia en los empleos públicos, he oído también las diatribas más enérgicas acusando a los otros del mismo pecadillo.

Palabra del Dia

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