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Actualizado: 1 de junio de 2025


Parecía imposible que éste soportase las travesuras del estudiante, que traía revuelta toda la casa, persiguiendo a las criadas, entreteniendo con chistes a los tejedores e introduciendo algunas veces en su cuarto ciertos compañeros de Facultad tan levantiscos como él, que al menor descuido saqueaban la despensa, y cuando no, hacían temblar los viejos pavimentos del caserón ensayándose a saltos en el manejo de la pandereta.

Como en estas reuniones de imponderable confianza se vivía en perpetuo comercio de malas intenciones, de malicias y de travesuras de lenguaje, el natural ingenio de la marquesa adquirió gran desarrollo, y su bien acreditado humorismo se empapó en nuevos y más picantes jugos.

Todo esto me pareció bien y muy en su lugar; pero ¿por qué una aldeanuca como la nieta del Marmitón tenía aquellos aires y aquellas travesuras de señorita de ciudad? ¿Por qué se tuteaba con Neluco y había entre los dos una intimidad tan sospechosa? Me atreví a hablar de ambos particulares al mediquillo apenas salimos del caserón de don Pedro Nolasco.

Además, cuando Eppie cumplió tres años desplegó el lindo talento de hacer travesuras o de encontrar medios ingeniosos para causar molestias, talento que proporcionaba mucho ejercicio, no sólo a la paciencia de Silas, sino también a su ciencia y sagacidad. En estas ocasiones, el pobre Marner se veía puesto en conflictos por las exigencias incompatibles del deber y del cariño.

De esta suerte, y no con tono heróico y pomposo, la Estética no repugna, aunque la Moral frunza las cejas, que el poeta, velando un poco, no parándose en pormenores, y dejando entender mucho por medio de rodeos y dobles sentidos, nos cuente ó nos cante algunas travesuras. Harto que la eutropelia del P. Boneta no permite tanto; pero yo confieso que lo permite la mía.

Como mis padres no me permitían más compañía que la de otros muchachones tan ñoños como yo, no sabía ninguna suerte de travesuras, ni habia visto a una mujer más que por el forro, ni entendía de ningún juego, ni podía hablar de nada que fuera mundano y corriente.

A través de su relato pintoresco, frívolo, lleno de travesuras y de risas, recuerdo el duro camino que el autor de «Fernanda» ha recorrido antes de llegar á tan alto.

Su comunicativa alegría, su espíritu conciliador, y el talento para organizar e inventar travesuras, que poseía en grado sumo, hacían de él un irreemplazable compañero, amenizaban nuestra existencia y alimentaban mi amor. Diestro, hábil, complaciente, se prestaba a todo, y todo sabía hacer.

Es una joven desamparada continuó Paz, que estaba en casa de un amigo nuestro, soltero grave, el cual no podía sufrir sus travesuras. Parece que ella es algo levantada de cascos; y viendo que no la podía sujetar, nos la entregó para que la corrigiéramos ... Todo por amor de Dios. ¿Y les da á ustedes disgustos? preguntó con oficiosidad la hermana de don Silvestre Entrambasaguas.

Apenas lo : de los sucesos insignificantes del día, de las nonadas de la vida; algunas veces, de lo por venir, imaginando mil proyectos contradictorios que me hacían reír; algunas también, de sus recuerdos de convento. Gozaba extremadamente oyéndole contar las travesuras de su época de colegiala, los mil incidentes, tristes o cómicos, que le habían pasado en el colegio.

Palabra del Dia

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